- Luca Bretone
El Estado y el futuro de la esclavitud
A lo largo de los últimos 200 años (cuando se dio la formación de los modernos Estado-Nación) hemos pasado de tener gobiernos con el peso del 6% del PBI (Siglo XIX), 12% (primera década del Siglo XX), 20% (década del 20), hasta los 53% de hoy en día en los países desarrollados, además de un 40 y 50% en emergentes. Esto puede explicarse, pero no como única causa, a través del fallido intento liberal de limitar el poder de la herencia privilegiada (monarquías, reyes y príncipes) a través de las novedosas constituciones liberales y su auge a finales del Siglo XVIII.
El antiguo sueño húmedo de los liberales clásicos no buscó eliminar el poder de facto, si no, todo lo contrario, reconocer su necesidad y existencia en ámbitos imprescindibles de la vida humana como lo son la justicia, la protección y las leyes. Si bien es fácil (y de mal gusto) hablar con el diario del lunes, este error teórico nos condenó a vivir en un mundo, apenas 200 años más tarde, donde las libertades, el derecho de propiedad y la vida misma nunca estuvieron tan al borde del abismo. No hay un solo país del mundo que tenga menos impuestos que hace 30 años, ni menos deuda, leyes, regulaciones, gasto público y presión tributaria; en este tiempo no hay un solo país que posea menos inflación que hace 10 o 20 años. Pero, ¿Cómo se explica tal fracaso? ¿Por qué el poder, mientras más se intentó limitarlo, más se expandió sin límite aparente?
Las Constituciones “dividen” al poder en legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo, es el legislativo, en concordancia con el ejecutivo, el que pone a los jueces, mientras los legisladores “crean” leyes y “derechos” por arte de magia. Esto es, es el mismo Estado (un grupo muy minoritario de la población) el que tiene el deber de protegernos, el que decide que está bien y que está mal, que es “moral o inmoral” y que es “ético y antiético”. Sin embargo, la contradicción descansa en que el Estado se financia con una fuente coactiva como son los impuestos, que no son más que el robo por la fuerza de un porcentaje (cada vez mayor) del fruto del trabajo ajeno, para financiar políticas públicas que posiblemente ese individuo en particular jamás hubiera financiado. No obstante, el hecho de que haya ciudadanos que
“voluntariamente” paguen los impuestos porque han sido seducidos, no anula el argumento anterior, sino que además de robo, lo convierte en estafa, siendo que el Estado nunca devuelve el 100% de lo que cobra. Además, si por la naturaleza del mismo Estado se cancela el cálculo económico y monetario, no es posible demostrar cuanto ha sido invertido para la sociedad y cuanto ha quedado en “las manos porosas de los políticos”, por más benévolos que estos aparenten ser. Así las cosas, que se le haya otorgado el monopolio de la protección de la propiedad, y al mismo tiempo, de la violencia para robar indiscriminadamente, dio lugar no solo a un sistema absolutamente rígido en cuanto al ascenso social se refiere, sino que además ha perpetuado la pobreza, la indigencia, la corrupción, la degradación moral, cultural y la descivilización. De esta manera, la Constitución al no tener autoridad, al no ser más que un papel pintado, no hay que o quien pueda limitar (o castigar) el poder estatal.
Este error teórico fue el caldo de cultivo para construir el mayor monopolio jamás creado en la historia de la humanidad, a saber:
- Monopolio de la ley
- Monopolio de la seguridad
- Monopolio de la violencia
- Monopolio de la Justicia
- Monopolio del dinero
- Monopolio de la educación
Por lo tanto, el Estado está condenado a crecer buscando maximizar su renta o beneficio extraordinario a través del gasto público, los impuestos, la presión tributaria, la emisión de moneda fiat sin respaldo o de deuda que financia al sistema financiero y bancario, moralmente asociado a los burócratas a través del Banco Central, con una prebenda llamada “creación de dinero bancario” y ahorro artificial a través del sistema de encaje fraccionario. En este sentido, vale acotar que describe la unión entre la expansión estatal y el sistema bancario y financiero. Cada Estado ejerce su monopolio del dinero a través del Banco Central sobre un determinado territorio; sin embargo, cada uno de estos monopolios están al mismo tiempo siendo centralizados por un duopolio a nivel mundial, con la Reserva Federal por un lado con Jerome Powell a la cabeza en EE.UU., y el Banco Central Europeo con Christine Lagarde (ex presidenta del FMI) por el otro. Pero como si esto fuese poco, este duopolio está siendo al mismo tiempo centralizado por el monopolio bancario y financiero más grande jamás creado: el Banco de Pagos Internacionales (BIS) con sede en Basilea, Suiza. El mismo funciona como el “Banco Central de los Bancos Centrales”, una entidad privada que ejerce su propia jurisdicción dentro del territorio suizo, donde ningún periodista puede ingresar y desde el 2003 no tiene sus reservas en dólares sino en DEG (Derechos Especiales de Giro) la cuasi-moneda del FMI. Por ahora no es ni una moneda ni un crédito, más bien representa un derecho potencial (canje) frente a las monedas de libre uso de los países miembros del FMI. Si bien la información disponible de dicha entidad es muy poca, se especula con que las políticas monetarias (desconocidas) del BIS luego son “bajadas” y direccionadas hacia el resto de los bancos centrales. Para finalizar, y como si la sorpresa no terminara nunca, lejos de lo que muchos pueden pensar, todo lo descripto anteriormente es prácticamente un “Sistema Financiero Comunista Internacional” puro, tal cual lo expresa la 5ta propuesta del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels: “Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio”.
Por el lado de la educación y su financiamiento ilegal, pagado a punta de pistola por los “contribuyentes”, se basa en la enseñanza de teorías económicas y sociales que necesitan la existencia del Estado. El simple hecho de que en las universidades se enseñe con mayor preferencia la teoría keynesiana (adalid del gasto público y el endeudamiento), el colectivismo, la Justicia Social (quitarle por la fuerza el dinero de quien trabaja para dárselo a quien nada ha hecho para tenerlo) y otras cuestiones similares, no explica más que el enorme poder de quienes se interesan en perpetuarse, moldeando el saber y la opinión pública.
En cuanto al monopolio de la Justicia, la ley, la violencia y la seguridad, si bien son temas que exceden la capacidad de este artículo, trataré de hacer un breve resumen. La Justicia, al ser monopolizada, estatizada y centralizada por el Estado, deja únicamente un solo oferente en materia de derecho. Al ser el único árbitro para mediar un conflicto, no solo que es altamente fácil de corromper, sino que además baja la calidad del servicio y aumenta exponencialmente el costo del mismo. Al no existir el cálculo económico debido a que se financia a través de impuestos, no hay posibilidad de saber, tanto para la demanda como para el oferente, cuánto cuesta el servicio, y el precio del mismo al ser impuesto unilateralmente por quien lo brinda monopolísticamente (el Estado) puede aumentar su costo (vía impuestos) de forma indiscriminada, y cuanto lo desee. Debemos sumarle que es el único oferente de la ley, de la seguridad y la protección, y es quien, al tener desarmada a la población, puede ejercer todos sus monopolios y privilegios por la fuerza. Esto no solo produce incertidumbre jurídica, sino que, sumado al componente de la constante pérdida del poder adquisitivo del dinero, genera un enorme aumento de la preferencia temporal de los individuos, asentando aún más el proceso descivilizador propio de la Democracia y su tendencia al igualitarismo.
Por lo tanto vale aclarar que la esclavitud jamás fue abolida, sino, más bien reformulada o modernizada a los tiempos que corren. La esclavitud pasó de ser directa (clásica hasta bien entrado el Siglo XX) a ser indirecta, donde la educación juega un rol fundamental. A través de ella, nos han enseñado que los impuestos son necesarios, que áreas como la salud, la justicia, la ley y la educación (por alguna extraña razón inexplicable de fuerza mayor) son “diferentes” al resto de los servicios, y por lo tanto “escapan” a las leyes económicas. Nos han enseñado a ser esclavos voluntarios, a dar nuestro “consentimiento” ya sea a través del miedo (guerra contra la pobreza, guerra contra las drogas, guerra contra la enfermedad, guerra contra invasores extranjeros) o del placer y la comodidad. Y me temo que este último es el más peligroso de todos, ya que funciona como un alucinógeno, un anestésico que no nos permite ver lo que no se ve y solo nos permite ver lo que el poder quiere que veamos.
El Anarquismo y el futuro de la libertad
Quedando en claro porqué el Estado es un monopolio territorial por compulsión, una agencia que puede infringir continua e institucionalmente los derechos de propiedad y explotar a los individuos por medio de expropiación, con impuestos y con regulaciones, condenado a expandirse a costa del poder social, pasare a dar algunas críticas sobre las propuestas para resolver estos problemas. No es de mi interés explicar cómo funcionaría un modelo de sociedad abierta o anarquista de propiedad privada, sino más bien, mi crítica surge a partir de las teorías dadas que en la práctica harían de nexo para pasar de la sociedad actual a una sociedad anarcocapitalista. Una de las tesis más difundidas entre el anarquismo es el agorismo, que implica la práctica de lo que se conoce como “contraeconomia”, a saber:
“Es la suma de toda acción humana no agresiva, que esté prohibida por el Estado. Incluye el mercado libre, el mercado «negro», la «economía subterránea», todos los actos de desobediencia civil y social, todos los actos de asociación prohibida (sexual, racial, interreligiosa), y cualquier otra cosa que el Estado, en cualquier tiempo y lugar, opta por prohibir, controlar, regular, gravar o tarifar. La contraeconomía excluye toda acción aprobada por el Estado (mercado «blanco») y el mercado «rojo» (violencia y robo no aprobados por el Estado)”. (Samuel Edward Konkin III, 1986).
Si bien quienes adhieren a ésta tesis en grupos para reclamar contra lo que consideran injusto (impuestos, regulaciones, leyes, etc) obtienen en ocasiones las victorias que han ido a buscar, no dejan de ser meramente pasajeras y con altos costos, volviéndose a reestablecer a futuro (por lo general con distinto “nombre”) y agravando el problema. Mucho menos pensar en el expansionismo del mercado negro “tradicional”, que no ha hecho otra cosa que retroceder con el paso del tiempo.
Tampoco parece pisar sobre suelo firme la teoría de “las mayorías”, es decir que en base al accionar y a la educación libre, privada e informal, se formen pequeñas comunidades “anti- estatistas” que de a poco sumen a sus filas ciudadanos “neutrales” hasta lograr ser la mayoría de la población, rebelarse de manera pacífica contra el poder estatal, deslegitimándolo y haciéndolo caer por su propio peso. Esto último, si bien es el camino a seguir, tiene sus limitaciones por un lado, y sus contradicciones por el otro. Éstas últimas se basan en que si el Estado es, en la Constitución, un gobierno sostenido en el consentimiento de los hombres, pero que en la práctica continúa en pie bajo el sometimiento del pueblo mediante la fuerza y la violencia, no queda muy en claro como deslegitimando un poder que no es legítimo nos podríamos librar del “crimen organizado”. A eso habrá que sumar que ante la caída del “Leviatán”, no dudaría en usar su poder y alcance contra los disidentes pacíficos, es decir, el derecho de “secesión” como tal es inexistente. En cuanto a porqué es el camino correcto, la mejor forma de traer ciudadanos “independientes” al anarquismo es por la vía de la educación libre, privada e informal para el interés del individuo en cuestión. Formándose y conociendo todos los mecanismos por los cuales se concentra el poder estatal y sabiendo los argumentos y proyectos para una sociedad anarquista, es quien estará mejor preparado para dar la batalla cultural. Sin embargo, la fuerte limitación se pone de manifiesto en el número de personas que puedan adherirse comparado con el resto de la población (regional, nacional o mundial). Sobre esto haré dos conjeturas; la primera abre un hilo de esperanza, la segunda deja abierta la respuesta a la incertidumbre.
El número de personas que puedan “sumarse a la causa” será siempre minoritaria por lo desigual de la lucha. Mientras que tanto los intelectuales, como las teorías, las escuelas y las universidades donde se enseña a obedecer la injusticia estatal son pagadas con miles de millones de dólares sustraídos de los ciudadanos (hasta por aquellos que pelean por el derecho de secesión), los anarquistas liberales no tenemos más que los propios recursos de cada individuo participante. A esta desventaja, hay que sumarle el enorme desinterés que produce en la mayoría de la población la misma degradación moral y cultural. Sin embargo, no es nada nuevo el hecho de que sea un grupo minoritario el que busque modificar o derribar un sistema. La mayoría de las Revoluciones (por no decir todas) siempre fueron hechas por la minoría de una sociedad (Francesa, Americana, Bolchevique, etc). Por ejemplo, durante la Revolución Americana, participó menos de 1/3 de las colonias, y una gran parte de la población estaba desinteresada con el rumbo de los acontecimientos. Por lo tanto, dejando de lado a la mayoría, nos podremos concentrar en los dos grupos minoritarios principales: los “secesionistas” y el Estado. No se puede seguir creyendo que si una población de un determinado país logra secesionar del Estado, vivirá libre y pacíficamente, y será reconocida por el resto de los Estados como “una sociedad abierta, libre y pacífica”. Cualquier gobierno del mundo recibiría ésta noticia con mucho desagrado, y trataría de reestablecer el orden perdido, primero utilizando su propaganda estatal argumentando que quienes derribaron al Estado son “terroristas” o “asesinos”, para colocar a la opinión publica de su lado, y segundo utilizando su sistema armamentístico, mucho más poderoso que cualquier grupo minoritario secesionista. Queda claro, que a diferencia de cualquier conflicto en el pasado, ésta vez el ataque que los individuos sufrimos sobre nuestra propiedad y nuestras vidas es global, y no local.
El Gobierno Mundial hacia el cual nos dirigimos, con la Tecnocracia Globalista como punta de lanza, nos da a entender que solo queda secesionar sobre un solo Estado posible. El problema principal es que ésta centralización política/económica ha dado lugar al Gobierno más poderoso y despótico jamás creado. Sin embargo, el poder de un solo Estado para residir en cada rincón del mundo descansa en la tecnología y la digitalización. Como bien se sabe, la tecnología no es ni buena ni mala, sino neutra. Si la misma tecnología es la fortaleza de este virus, también puede ser su Talón de Aquiles. Hoy cualquier Estado está a merced de un ciberataque desde el lugar más inhóspito del planeta. Al mejor estilo Skynet (sin contar el ataque violento de este virus, la analogía va por otro lado), si se lograra desactivar la vía por la cual el Gobierno Mundial está presente en cada rincón del mundo, se estaría dando un paso importantísimo por frenar la Dictadura Digital (aunque no eliminándola en primera instancia). Este tipo de “acción” tampoco sería activo, sino más bien pasivo, al “estilo” de la contraeconomia de Konkin o la Desobediencia Civil de Thoreau, pero aggiornada al Siglo XXI, ya que no incurriría en victimas de ningún bando. Así como el ataque global por sobre nuestras libertades es anónimo y sin dejar víctimas en su bando, la rebelión (que no secesión aún) también debe ser global, anónima y sin víctimas. Acciones de este tipo implicaría una especie de “tregua activa”, es decir, por un lado se impide el constante expansionismo de los Estados y por otro se le da un freno a la imposición de la vigilancia digital en todos sus frentes. Es crucial una unión entre las distintas comunidades libertarias ubicadas en cada continente (una comunidad única global integrada por subdivisiones o comunidades independientes entre sí) al estilo underground (digital, anónimo y privado), donde cada comunidad estará dirigida según a convenir por sus integrantes, y coordinando y ejecutando los planes estratégicos de acción.
Aportando datos y conocimientos sobre todo en materia de computación, programación y hackeo.
La maquinaria estatal jamás ha sido tan compleja y profunda como en el presente, los anarquistas debemos hacer lo mismo si queremos estar a la altura de los acontecimientos. En este punto vale la pena mencionar una nueva corriente en auge que es el criptoanarquismo, que ha tenido un fuerte desarrollo desde la aparición de las criptomonedas, sobre todo en proyectos como las finanzas descentralizadas (DeFi), las DAO (Decentralized Autonomous Organization) o monedas como Monero (XMR) o Bitcoin Cash (BCH) que busca ser anónima, privada, descentralizada y deflacionaria. Una especie de “secesión monetaria”, agorismo o evasión de impuestos del Siglo XXI. Lo interesante es que intenta dar un golpe en el centro neurálgico del poder estatal, mediante el cual los estados pueden financiar todo tipo de políticas que de lo contrario no tendrían sustento, como las guerras, el saqueo, la deuda, la inflación, etc. Y de allí se desprenden y sostienen el resto de los monopolios público-privado. Bitcoin Cash (BCH) nace como una bifurcación en el 2017 que se rige 100% por el white paper de Satoshi Nakamoto. Ese año se separa de Bitcoin BTC, la supuesta moneda “anti-estatal” tan promocionada por el poder gubernamental. Básicamente es “Un Sistema de Dinero en Efectivo Electrónico de Persona a Persona”, donde especifica que “los principales beneficios se pierden si una tercera parte es requerida para evitar el doble gasto”. Lo que se busca es eliminar intermediarios y prescindir de terceros que medien en el intercambio. De esta manera, evitamos pasar por el KYC (Know Your Costumer) o “conoce a tu cliente” y que nuestra información financiera no quede a disposición del Estado.
Quienes abogamos por el uso de ésta herramienta sabemos bien que la idea original de la criptomoneda no es conseguir “dinero fácil” cuando aumenta su precio, o cambiarla por moneda fiat o solo tenerla como reserva de valor (como sucede con Bitcoin BTC). Sino, mas bien, usarla para todo tipo de transacciones como medio de intercambio y, por defecto, en unidad de cuenta y reserva de valor. Para mantener su anonimato y privacidad tenemos que deshacernos de los exchange centralizados, casualmente los mas promocionados, que se dedican a cumplir con la norma y vigilancia estatal como Binance, Coinbase, KuCoin, etc. Los exchange descentralizados y las wallet (billeteras) no custodiales, junto a proyectos como los mencionados parecen ser el camino mas propicio para el futuro del agorismo y la libertad. Sin embargo, el tiempo juega en nuestra contra. No solo que cada año se perfecciona el sistema, la inteligencia artificial y la computación cuántica a favor de la imposición estatal, sino que muy pronto (mucho antes de lo pensado) impondrán las Central Bank Digital Currency (CBDC).
Con la posibilidad a futuro de unificar el circuito mayorista (Banco Central) con el circuito minorista (bancos comerciales) y fusionar la política fiscal con la política monetaria (balance del Banco Central), no solo que cualquier política de expansión monetaria se traducirá en una política de subsidio fiscal, sino que además se anula el rol de los bancos comerciales como emisores de dinero electrónico (conocido como “depósito bancario”) donde pasarían a ser meros intermediarios ofreciendo opciones de inversión, tecnología, etc. Así, los ciudadanos tendrán cuentas en el Banco Central donde se acrediten los pagos y dicha entidad será la única emisora de las CBDC, donde tendrá la trazabilidad absoluta de cada una de las operaciones de los individuos y la obtención del control total de todas las decisiones de las transacciones económicas. Un dinero centralizado, programable, “sustentable” e “inclusivo”. Con esto se corre el gran riesgo de que a los disidentes, o quienes tengan comportamiento “inapropiado” que “incita al odio”, se le cancelen sus compras para las necesidades más básicas hasta que vuelvan a la “normalidad” según lo dictado por el Estado. O que quienes tienen tal o cual deuda se les prohíba determinada compra, por más básica e insignificante que ésta sea.
En el preciso momento en que este sistema entre en funcionamiento, dejará de existir la privacidad de los movimientos de los individuos. Desde comprar una botella de agua en Pensilvania, hasta comprar alimentos en Buenos Aires, todo irá a la base de datos de los Bancos Centrales. Esto, que permitirá perfeccionar el crédito social (ya impuesto en el tecnato chino y puesto a prueba en Estados Unidos) junto a cualquier otra medida a favor de la conducta y pensamiento estatal, terminará por anular (ya sea por obediencia, temor o
impedimento de acción) cualquier maniobra “contraeconómica” como la descripta en este artículo. Es imprescindible la formación de un mercado libre “moderno” u “orwelliano”, tal vez el criptoanarquismo y algunas criptomonedas nos permitan generar mercados “negros” o alternativos donde podamos gozar un poco de libertad, de privacidad, de paz. Aún hay esperanza, pero el tiempo apremia.
Bibliografía
Lysander Spooner; Sin Traición (la Constitución no tiene autoridad) Frédéric Bastiat; Obras Escogidas
Herbert Spencer; El hombre contra el Estado
Gustave de Molinari; Sobre la producción de seguridad Bruce Benson; Justicia sin Estado
Samuel Edward Konkin III; Agorismo
Del mismo autor; Manifiesto Neolibertario Henry David Thoreau; Desobediencia Civil
Étienne de La Boétie; Discurso de la servidumbre voluntaria Hans-Hermann Hoppe; Monarquía, Democracia y Orden Natural
Murray Rothbard; El Hombre, la Economía y el Estado (tomo I, II y III)
Youtube @Terapia Liberal – Tecnocracia | la ideología que tomó el poder en 2020 Youtube @Terapia Liberal – El #GREATRESET de 2020 como evento monetario Youtube @Los Liberales
Youtube @La Eterna Vigilancia – Quién Mató a Bitcoin – Documental
Youtube @Rompe la rueda – Que es Bitcoin y por qué Bitcoin Cash: libertad económica sin permisos
Youtube @Academia Blockchain – Nicolás Lage | El Gran Reseteo a fondo + Tecnocracia + Foro Económico Mundial
Bitcoin (BTC); una burbuja histórica sin precedentes: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/jofi.12903
Richard Werner y la creación de dinero de la nada por los bancos comerciales: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1057521914001070
Banco de Inglaterra y la creación de dinero en la economía moderna: https://www.bankofengland.co.uk/quarterly-bulletin/2014/q1/money-creation-in-the- modern-economy
BlackRock; Lidiando con la próxima recesión (15 de Agosto de 2019): https://www.blackrock.com/corporate/insights/blackrock-investment- institute/publications/global-macro-outlook/august-2019
BlackRock; Ir directo: cómo los bancos centrales podrían hacer frente a la próxima recesión (3 de Octubre de 2019): https://www.blackrock.com/us/individual/insights/going-direct-how- central-banks-could-deal-with-the-next-downturn
Johns Hopkins University, World Economic Forum, Bill & Melinda Gates Fundation; Event 201 (A Global Pandemic Exercise) 18 de Octubre de 2019: https://www.centerforhealthsecurity.org/event201/
Christine Lagarde y la implementación de las CBDC: https://www.imf.org/es/News/Articles/2018/11/13/sp111418-winds-of-change-the-case-for- new-digital-currency
Manifiesto criptoanarquista: https://academy.bit2me.com/manifiesto-criptoanarquista/