CONFERENCIA
“¿QUÉ ES EL LIBERALISMO?”
Por Nicolás Morás y Flavio Gardella
Luca Rodríguez: Tenemos el gusto de conversar con dos liberales de gran trayectoria y representantes de dos generaciones, Nicolás Morás y Flavio Gardella, para desterrar algunos mitos y prejuicios que pesan injustamente sobre el liberalismo. Empecemos por abordar el título de esta conferencia. Nicolás, Flavio: ¿Qué es el liberalismo?
Nicolás Morás: A nivel filosófico, el liberalismo es una cosmovisión del ser humano donde el valor superior de nuestra existencia es la libertad. Pero no defendemos, como otras doctrinas utópicas, libertades abstractas. La única libertad fáctica y real es la del individuo. Si algo caracteriza al pensamiento liberal es que nosotros no subordinamos los derechos de las personas a ninguna otra causa: nación, fe, progreso, sociedad o igualdad. Para desarrollar dignamente cualquiera de esos principios es condición imprescindible que las personas sean libres, y que lo sean todas ellas, igualmente libres.
A nivel político, las consecuencias que se desprenden de nuestra doctrina es que siempre, en toda época y en todo lugar, un movimiento liberal será por definición enemigo del poder concentrado. Esto vale para el poder político, pero también para el poder económico, clerical, militar, educativo, sanitario, científico; en suma, para la imposición coercitiva de cualquier institución o práctica. Nosotros entendemos que toda iniciativa que violenta a las personas es inherente a un mal, y que todo aquello que las liebre, o que se escoja libremente sin vulnerar los derechos de los otros, es lo que está bien. Con esa dinámica el liberalismo ha logrado algunas de las más grandes conquistas de la historia humana, porque la historia de los triunfos y los fracasos del liberalismo es en gran medida la historia de los triunfos y los fracasos de las personas honestas, guiadas por principios éticos, frente a los éxitos y fracasos de la tiranía y la peor faceta de nuestra especie.
Luca Rodríguez: ¿En qué época y lugar podemos decir con seguridad que se origina el liberalismo, o lo esencial de su cosmovisión?
Nicolás Morás. Si bien el nombre “liberalismo” es relativamente moderno, las ideas de la libertad son inherentes a la condición humana y siempre fueron expresadas, defendidas y luchadas, de uno u otro modo. Sin embargo, hubo pensadores que en la Antigüedad comenzaron a hilar más fino, o a pronunciar con mayor fuerza, lo esencial de nuestras ideas. Hay dos filósofos muy emblemáticos: Lao Tze, en los años 600 a.C, fundador de la doctrina china del taoísmo; y Epicuro, filósofo de la Grecia clásica, que vivió en el siglo 300 a.C. Respecto a esos dos autores, aquí el maestro Flavio nos puede dar un sustancioso resumen.
Flavio Gardella: Tal vez sea apresurado catalogar a estos autores como liberales, pero sin duda que han sido proto-liberales. Lao Tze decía a los ciudadanos de su tiempo que el exceso de legislación contribuía a la corrupción, tanto del gobierno como del pueblo, y que si a la gente se la dejaba obrar en paz, sin interferir en sus vidas, iban a comportarse de forma civilizada, armoniosa y concordante entre ellos. Advertía los peligros de amenazar y conducir las conductas por la fuerza. Espontáneamente, la gente contribuiría a la armonía social sin el uso necesario de la violencia.
Epicuro, por su parte, aunque no haya sido un activista revolucionario presenta auténticas ideas antisistema. En una época donde a quienes no querían participar de los asuntos públicos se los tachaba de idiotas -ιδιωτης-, literalmente: idiotes-, Epicuro pregonaba retirarse de la cuestión política. “Refugiarse en el jardín” era su máxima, y de ahí viene la idea del Jardín de Epicuro. Ambos son autores de la antigüedad que, sin ser liberales, pusieron la semilla de las ideas de libertad.
Nicolás Morás: En el hedonismo de Epicuro hay además otra máxima central que es “buscar por sobre todas las cosas la felicidad, pero sin dañar a los otros”. Esa demarcación entre una felicidad que se puede obtener en armonía con el prójimo y una felicidad que se obtiene machacando o aplastando la voluntad ajena es otro gran aporte que él cedió al liberalismo. Y la filosofía taoísta de Lao Tze, al procurar la no intervención no solamente a nivel político, sino a no intervenir en el destino, aporta el antecedente más antiguo de laissez faire, el dejar ser, dejar actuar, de los fisiócratas franceses. Tiene mucho sentido, porque el aprendizaje del ser humano se basa en la prueba y el error. El liberalismo jamás apunta a garantizar a nadie la felicidad, cosa que es totalmente imposible y quien lo promete es un estafador y un déspota, sino a procurar que cada quien pueda buscar su propia felicidad de la manera que crea adecuada, aprendiendo de sus errores y gozando de sus aciertos.
Eso en cuanto a las doctrinas filosóficas de la Antigüedad. Respecto a la política de la Edad Clásica, si bien nunca vamos a leer sobre un gobierno liberal -gobierno y liberal es de por sí un contrasentido absurdo- la historia si demuestra que existieron elementos culturales más o menos cercanos al valor de la libertad. En el Mediterráneo, lo expresan dos grandes civilizaciones. La primera de ellas es Grecia, que ni siquiera era un estado, sino de un conjunto de ciudades-estado que en ocasiones hasta pugnaban entre sí, pero de las cuales la más próspera y fructífera en las ciencias y las artes fue por supuesto Atenas. La otra civilización es Fenicia, radicada donde actualmente se encuentra el Líbano. ¿Qué es lo que unía a los antiguos griegos con los fenicios? Que habían basado su expansión y su influencia no el dominio militar, no en la conquista de otros pueblos, no en la invasión sanguinaria y el saqueo de los bienes, sino en el comercio. Eran comerciantes. Eso les había permitido crecer eficientemente, pero además nutrirse tanto de las mercancías como de los conocimientos que el resto de los pueblos les proporcionaba de manera armónica. Al no relacionarse con violencia sino desde el acuerdo, además de que ambas partes se enriquecen obtienen lo mejor del otro. Los griegos clásicos, por ejemplo, tenían un conocimiento más acabado de la existencia de China que el posterior Imperio Romano, y este conocimiento le llegaba a través de Persia. Grecia nunca decidió atacar Persia, y Persia, que sí quiso invadir a Grecia, pierde humillantemente en las dos Guerras Médicas. Pese a todo, los griegos nunca dejaron de comerciar con ellos. Al menos los atenienses, porque los espartanos son otra historia.
Y Fenicia, si bien tenía colonias, engendra un sistema muy interesante, porque no se trataba de territorios conquistados, sino de ciudades construidas desde cero. Tuvieron colonias en Sicilia, en la Península Ibérica y una particularmente floreciente, Cartago, que se convirtió al mismo tiempo que Roma, un poblado de campesinos brutos que solo habían aprendido el arte de la guerra, en su gran rival y competencia. La Roma de la Primera República basaba su economía en las armas y su política en el desprecio a cualquier forma de diálogo con los pueblos conquistados. Pero justo enfrente, donde actualmente se ubica Túnez, estaba Cartago, su antítesis. Cartago era una civilización donde comerciaban desde Persia hasta la India. También intercambiaban con la África subsahariana, que nadie se había dignado siquiera a considerarlos humanos -ni que hablar de Egipto-. Los únicos esclavos que tenían eran los rehenes a los invasores de Cartago, y llegado el caso podían comprar su libertad. Cartago no era una civilización liberal, está claro, pero sí que definitivamente era más decente moralmente que el pueblo romano y además una gran competencia, hasta el punto de que uno de los más insignes senadores romanos de la historia, Catón El Viejo, durante años insistió en todas las sesiones parlamentarias con la idea de eliminar a Cartago. Todos los discursos, sea cual fuera el tema que se debatía, el presupuesto o el día de festejo de la vid, lo finalizaba con la tristemente célebre frase: “cartago delenda est”. Esto es: Cartago debe ser destruida. “Nosotros no vamos a poder adueñarnos del mundo mientras existan los cartagineses. Ellos comercian, nosotros matamos. Ellos tienen todas las de ganar, así que la única alternativa es exterminarlos.” Así fue como a través de las Guerras Púnicas arrasaron absolutamente todo, aniquilando hasta el último cartaginés, en lo que fueron siglos de durísimas luchas que le costaron mucho dinero Roma. La guerra contra Cartago dio el puntapié inicial para lo que luego conoceríamos como el Imperio Romano, construido sobre las cenizas de un pueblo mercantil y bastante más pacífico.
Sin embargo, nobleza obliga, hay que decir que el Imperio Romano no fue totalmente déspota. Su momento de mayor auge político, militar y cultural lo obtiene luego de helenizarse, es decir, de absorber lo mejor de la cultura griega, en un sistema de dominación de territorios que se basaba en el pago de tributos bajos y en el respeto libertad de costumbres, algo que en la Biblia está retratado en Pilatos. “Ustedes paguen una cuota económica, una cuota bélica, y sigan con sus vidas”. Este acuerdo que le funcionó durante cuatro siglos se rompe, sin embargo, con la cristianización forzosa del Imperio. Recuerdo un gran artículo de Flavio sobre este acontecimiento, “De víctimas a victimarios”. Los cristianos pasan de ser perseguidos y practicar sus ritos en las catacumbas a convertirse, al menos sus mayores dirigentes, en los dueños de la espiritualidad de Europa, mientras bendecían la espada de Constantino. Esto significó paradójicamente una de las causas de la caída de Roma, que al no ser sociedad comercial y basar su economía en el saqueo, no encontró forma de sobrevivir cuando ya no quedaba nada para conquistar. Ese Imperio donde en sus mejores tiempos se regalaba la comida y el entretenimiento, pan et circenses, colapsa miserablemente al mismo tiempo que intenta imponer oficialmente un dogma que ni siquiera le era propio. Curiosamente, luego sería la Iglesia de Roma -que lejos está de encarnar los postulados más decentes del cristianismo- el nuevo poder transnacional basado en el oscurantismo, la destrucción de las urbes y el triste colapso de todos los avances de las civilizaciones europeas antiguas. Se entra en la larga noche pelladizesca de la Edad Media, un milenio de atraso, de desperdicio, donde se abolió el derecho romano y la propiedad privada, al menos como concepto, se extingue. La propiedad privada entendida como el resguardo de la persona ante el avance del poder es algo que jamás tolero la Iglesia de Roma, y lo que caracteriza a la miserable Europa oscurantista -que algunos trasnochados de hoy la reivindican- además de la peste y de la miseria, es la total ignorancia en la que estaban subsumidos incluso los nobles y los monarcas, algunos de los cuales, como Carlomagno, no sabían leer ni escribir. Era tal la monopolización del conocimiento por parte de los clérigos que en ocasiones ni los reyes se instruían.
Mientras Europa dormía en la ciénaga de la Edad Media, en los dominios musmlmanes existía una prosperidad infinitamente superior. Fueron ellos los que guardaron los manuscritos de los griegos gracias a los cuales la civilización obtuvo una continuidad. Fueron ellos quienes desarrollaron las ciencias y las artes, la alquimia y el álgebra, el sistema de justicia y la tolerancia religiosa. En todos los califatos árabes, judíos y cristianos podían practicar libremente sus cultos, y eso los llevó a un nivel de confort y de prosperidad infinitamente superior al de la Europa oscurantista, precisamente, por la posibilidad del comercio. Almohada, alfombra, albornoz, alhaja Todas estas palabras vienen de la cultura árabe. El más humilde ciudadano andaluz podía especiar sus comidas con pimienta o paprika de la India, mientras que en la Europa cristiana la única diferencia entre un rey y su vasallo era entre dormir en un colchón de plumas o en el trigo de las vacas. Pero ninguno de ellos se salvaba de la ignorancia, de la enfermedad o de la miseria. ¿Eso es porque el Islam sea filosóficamente superior al cristianismo? En absoluto, sino porque el talante comercial de los árabes, hijos de los fenicios, se imponía sobre el despotismo religioso.
Ya para el siglo XVII, con el descubrimiento de América y el surgimiento de los imperios coloniales, en Europa vuelven a surgir puntos de vista muy parecidos a los de Epicuro y Lao Tze. Los fisiócratas franceses, abuelos de la ciencia económica y quienes influyeron fundamentalmente al pensamiento de Adam Smith, son los autores del célebre laissez-faire. Si bien no tenían una concepción muy profunda de cómo funcionaba el mercado, por lo pronto si entendían que interviniendo solo se beneficiaba un pequeño grupo en detrimento de la mayoría. Y esa alteración al funcionamiento natural del intercambio, ese desbalance, a la larga sólo podía sostenerse a través de la violencia. Luego de los fisiócratas franceses, con la Ilustración Inglesa, aparecen ideas liberales ya sí más sofisticadas en pensadores como Adam Smith o David Hume.
Flavio Gardella: Adam Smith, David Hume, y también John Locke. Si bien este último sostenía la teoría contractualista del poder tenía en claro que la política no debía avanzar sobre la vida, la propiedad ni la libertad de las personas. Básicamente, conocía el eje principal del liberalismo. Después, ya avanzado el siglo XIX se incorporan otros autores de elevadísimo nivel como Herbert Spencer, quien enuncia el célebre principio de libertad: “yo soy libre de hacer lo que quiera mientras no interfiera con la libertad de otro”.
Luca Rodríguez: Pensando ya en la época donde los referentes de las ideas de la libertad ya se llamaban a sí mismos liberales, ¿cuáles fueron las derrotas y las victorias de este movimiento que ya se consolidaba propiamente como liberalismo?
Nicolás Morás: Las victorias del liberalismo son las grandes victorias del ser humano. Fueron los liberales y nadie más quienes dieron la vía por la abolición de la escalvitud y del trabajo forzado. Fueron los liberales quienes finalmente acabaron con la Inquisición, tanto católica como protestante, y con todas las persecuciones religiosas que habían cercenado a Europa y a las Américas. Fueron los liberales quienes no sólo combatieron y vencieron al Imperio Británico y Español, los mayores de su tiempo, en estas tierras americanas, sino quienes le dieron a los liberales americanos el gran marco conceptual del antimperialismo. La lucha contra esa entidad gigantesca del Imperio, que es un Estado que extiende sus tentáculos como un gobierno global, no la inauguró ningún nacionalista, ni mucho menos un socialista. Fueron los liberales. Los liberales acabaron con las monarquías absolutas de Europa, y los liberales, con sus virtudes y defectos, dieron origen a nuestros países americanos. Fueron los liberales quienes en el siglo XIX originaron el concepto de la libertad sindical. En suma, fueron muchos los logros que el liberalismo obtuvo en beneficio de la humanidad. Sin ir más lejos, la única información veraz que hoy podemos tener sobre el funcionamiento oscuro de nuestro mundo se la debemos a un liberal que, fiel a la tradición, no está pasándola nada bien: Julian Assange, héroe de nuestro tiempo, encerrado en una cárcel de máxima seguridad de Londres hoy en día.
Ilustremos cómo liberales de distintas latitudes y que ni siquiera se conocían iban por el mismo camino. Durante las invasiones napoleónicas a la península Ibérica, cuando la monarquía portuguesa huyó a Brasil y Fernando VII abdicó, el único bastión de resistencia española fueron las Cortes de Cádiz. El mejor liberal de las Cortes y uno de los hombres más valientes de la resistencia fue el geógrafo Isidoro de Antillón. Durante esos pocos años, Isidoro abolió la Inquisición y declaró a todos los hombres, tanto los peninsulares como los habitantes de las indias, ciudadanos poseedores de todo derecho. De allí deriva ese concepto nacido en la Constitución española de 1912: “nadie es más que nadie”. Como reprimenda, cuando se restituye la monarquía del miserable y criminal Fernando XVIII, Isidoro es asesinado, su cuerpo queda expuesto en plaza pública, luego incinerado y echadas sus cenizas a los perros.
Exactamente en esos mismos años de guerras napoleónicas, de este lado del continente, un joven abogado que no era precisamente ni un aristócrata ni un acomodado masón, Mariano Moreno, luchaba por la libertad de comercio y contra la Mita y el Yanaconazgo.
Flavio Gardella: La Mita y el Yanaconazgo era el trabajo forzado que se daba a los indios aduciendo que eran unos vagos cuya única solución era obligarlos a sudar. Mariano Moreno es un verdadero caso excepcional si se mira los personajes políticos argentinos de esa época. Tenía como autor de cabecera a Victorián de Villava, quien ha sido un fuerte activista contra el trabajo forzado de los indios no solo desde argumentos utilitarios, sino desde el derecho natural. Contradecía la imposición esclavista de que los indios eran naturalmente unos vagos, pero agregaba que aunque lo fueran no existe el derecho de imponerles nada. Incluso decía que los edificios de esos trabajos forzados eran propiedad ilegítima de los esclavistas, porque destierran a los otros humanos de sus familias y sus comunidades.
Nicolás Moras: Es importante recordar que el criminal imperio español, basado en el saqueo -en ese sentido muy parecido a Roma, pero sin su grandeza intelectual- acumuló tanto oro que no sabía cómo utilizar y terminó por depreciarlo. En 5500 años de historia del oro como moneda hubo un solo caso de inflación sistemática. Fue gracias a que los brutos de la realeza española y sus clérigos, enemigos acérrimos del comercio, que no sabían cómo utilizar el metal más dúctil de la naturaleza, y por tanto lo vendieron devaluado a comerciantes judíos holandeses, que a su vez lo entregaron para la construcción del Imperio Británico. Por eso es gracioso cuando los hispanistas trasnochados de hoy salen a defender al imperio español, que era tan barbárico como el inglés, solo que mucho más ineficiente.
Antillón en España y Moreno en Argentina. No se conocieron, pero murieron por seguir los mismos principios. Moreno murió envenenado camino a Inglaterra en una misión porque el miserable Saavedra, jefe de la política argentina, monárquico y para nada interesado en la independencia y la libertad, se lo quería sacar de encima. Los ingleses tenían el ojo puesto en Moreno porque no era partidario, como Belgrano o San Martín, de suplantar un Imperio por otro. Fue Moreno quien dijo: “si los pueblos no se educan, si no se vulgarizan sus derechos y cada hombre no sabe lo que debe, lo que puede, y lo que está obligado a defender, correremos la trágica suerte de suplantar estas cadenas por otras cadenas, mudando de tiranos sin abolir la tiranía” Bueno, así termino.
Si saltamos al Imperio Británico, hay un personaje realmente grandioso y honorable: Thomas Paine, un modesto imprentero, tal vez el único revolucionario liberal de la independencia de Estados Unidos. No solo entregó todo su patrimonio y arriesgó su propia vida en esa lucha siendo inglés, sino que finalmente, cuando se consolidó la obra de Independencia y descubrió que no habían creado un país sustancialmente más libres, y que finalmente toda la lucha se había reducido a no pagar “el impuesto al té”, pero sin abolir ni la esclavitud ni la censura, se rebela contra sus antiguos aliados y se vio obligado a abandonar el país por el que había luchado toda su vida. No conforme con eso, Thomas Paine se va a Francia a pelear contra la tiranía borbónica. Ahí vive otra victoria que también es derrota. Porque cuando llegan los jacobinos, en vez de traer un futuro mejor se dedican a asesinar a cualquiera que no les caiga bien, desde una católica de a pie de las provincias hasta un liberal insurgente. Paine, lejos de corromperse a la barbarie jacobina, se rebela contra los revolucionarios franceses y es condenado a muerte. Lo salvó de milagro William Godwin, padre del anarquismo y de las garantías procesales. Godwin es quien crea la figura legal que, al menos en teoría, impide que el gobierno te pueda encerrar por el capricho del soberano. Ese señor es el padre del anarquismo, para que ahora todos los déspotas y criminales que defienden este orden de explotación te digan que los anarquistas liberales son unos utópicos. Esa gente, los pocos derechos que tienen, se los deben a los liberales que consistentemente han sacrificado sus vidas y sus patrimonios en defensa de la libertad de todos.
Y pongo un último personaje heroico. Décadas antes de la abolición de la esclavitud y la Guerra Civil estadounidense hubo un hombre, John Brown, que tomó un fusil y dijo “nosotros no vamos a esperar a que esta junta de políticos elitistas de Washington se apiade de los negros. Vamos a liberarlos nosotros mismos”. Y así fue no solo como consiguió liberar a muchísimos esclavos, sino que fue consecuentemente ejecutado con el beneplácito de las autoridades del norte. A John Brown lo mataron por defender el inalienable derecho a la libertad de los negros. Sufrió el destino de Julian Assange, que está pagando el precio de ser el mejor periodista de la historia del planeta tierra. Pasan los siglos y corremos la misma suerte. Pero esos sacrificios efectivamente han dado algún fruto.
Luca Rodríguez: Sabemos que el liberalismo no está en auge y la gente tiene muchos prejuicios. ¿Por qué el sentido común asocia el liberalismo a los partidos de derecha?
Nicolás Morás: Eso ha sido una maniobra para destruir y sepultar la filosofía más subversiva de la historia, la que más ha perjudicado los intereses de los opresores de distintas épocas. No hay forma en la que puedas convertir al liberalismo en una idea funcional. No hay forma, porque su ADN es antisistema. Pero lo que sí podés hacer es usurpar su nombre, dárselo a los enemigos de la libertad, y la tarea ya está hecha. En el siglo XX desaparece tristemente el liberalismo como un movimiento orgánico de activistas y pensadores porque hay un acuerdo entre lo más siniestro de la derecha y lo más siniestro de la izquierda para que eso suceda. La izquierda ve en el liberalismo una competencia feroz. La izquierda socialista, liberticida, autoritaria, ve cómo los fundadores del antimperialismo, los fundadores incluso de la ecología, los más férreos antirracistas, los que abolieron la esclavitud, los que terminaron con la Inquisición, son en definitiva una enorme amenaza para que sus ideas tiránicas sean creídas realmente como revolucionarias. Porque si vas a ser antisistema, obviamente, terminas siendo liberal. Los que obtienen frutos de libertad verdadera son los que luchan contra el Estado. Por eso es que llamar liberales a los derechistas le sirve a la izquierda. Y a la derecha también le sirve, porque convengamos en que no tiene buen marketing ser conservador. Pero si sos un putrefacto defensor de corporaciones gigantescas que no compiten, si sos promotor de las invasiones militares y del imperialismo sanguinario, la mejor forma de vender tu basura de ideología es ponerle el rótulo de “liberal”. Por ejemplo, decir que el imperialismo está mal pero el imperialismo estadounidense está bien, aunque los yankees hayan matado millones de personas en Iraq. Esas hipocresías y perversas usurpaciones de los auto-llamados liberales te las muestra un liberal de verdad como Julain Assagne. No las dice un payaso como José Luis Espert, o un mercenario como Milton Freedman, que se dedicaba a asesorar dictaduras militares asesinas. Ellos, en todo caso, te pueden dar unas migajas de ideas liberales, pero siempre mezcladas con las ideas más antiliberales que existen para que compres el combo. Tampoco se lo compra mucha gente. Pero así es como logran que una minoría realmente preocupada porque percibe que tenemos poca libertad termine desperdiciando sus esfuerzos y anulando sus inquietudes en manos de un grupo de oportunistas, ignorantes, mediocres, y ante todo, gente que le lame las botas a los peores enemigos de la libertad humana, tanto a políticos como a empresarios corporativos que jamás han defendido la libertad económica real.
Los pseudo liberales se han quedado siempre en el discurso, pero en la práctica son los primeros en pedir que suban los impuestos y aumenten las regulaciones. Así que en definitiva, por el peligro natural de las ideas liberales, lo que hicieron profanando su nombre, prostituyéndolo, asociándolo a personajes siniestros como Martínez de Hoz o Domingo Cavallo, por poner fenómenos locales de la historia argentina, es como lograron desactivarla. Sin embargo, y aunque no quiero pecar de optimista, basta con que la verdad se sepa para que comience el fin de esta miserable farsa. Son ideas demasiado poderosas, que inspiran acciones demasiado heroicas y no creo que puedan acabar con el liberalismo pese a sus perversos intentos. La lucha del liberalismo contra el pseudo liberalismo mucha gente no la comprende. Pero es fundamental. Si no entendés la diferencia entre un liberal y un pseudo liberal no podés avanzar hacia la libertad. Estas cayendo en una trampa nefasta hecha justamente por los estatistas.
Falvo Gardella: Creo que algo que contribuyó a este auge del pseudo liberalismo ha sido el contexto de la Guerra Fría. Cuando la política mundial se repartía entre la Unión Soviética y Estados Unidos muchos se sintieron tentados a decir que el sistema soviético es el infierno y que, por comparación, lo mejor es quedarse con el modelo de Estados Unidos. Es una total falacia. La vida, la libertad y la propiedad siguen estando en jaque también en las “democracias” occidentales. Durante la Guerra Fría siempre estuvo la tentación de elegir males menores, y por eso mismo estamos donde estamos.
Nicolás Morás: Lejos de verdaderamente escoger un mal menor, has empoderado al mal y lo has convertido en la peor forma de tiranía. Estados Unidos no solo fue el anteúltimo país en abolir la esclavitud, sino que de facto no desapareció hasta el siglo XX y todavía al día de hoy pregona un racismo institucionalizado atroz. Estados Unidos es el inventor del dinero electrónico, es el pionero de los bancos centrales, y su Reserva Federal es el Banco Central del mundo. Estados Unidos es el imperio criminal con mayor continuidad de invasiones militares de la historia moderna Con casi 250 años de historia, pasaron 220 en guerras agresivas. En el siglo XIX invadieron brutalmente México, ante lo cual un liberal verdadero, Henry David Thoreau, dijo “yo no voy a pagar con mis impuestos este crimen”, lo que le valió la cárcel.. Estados Unidos invadió Hawái y Filipinas. Estados Unidos inventó la guerra contra las drogas que es la principal causa de encarcelamiento en todo el mundo. Estados Unidos es el país más bárbaramente liberticida que exista. Tuvieron campos de concentración, como el que se le achacan a los nazis, donde se perpetraron los mismos crímenes. Tienen al día de hoy prisiones donde la tortura es norma y sus propios gobernantes no tienen la menor intención de disimularlo. Estados Unidos creó el impuesto a la ganancia y a la renta, y lo contagiaron a todo el mundo. En suma, Estados Unidos, con sus corporaciones tecnológicas, ha creado el sistema de vigilancia más perfecto del mundo, y a cada liberal que en los Estado Unidos se interpuso a ese camino hacia el totalitarismo lo exterminaron y lo barrieron del mapa. Lo hicieron con John Brown, con Thoreau, y lo quieren hacer ahora con Assange. Son perfectamente coherentes en ese sentido, pero logran que un grupo muy reducido de ignorantes se crea que son un poquito mejores que los comunistas. ¡Son sus malditos socios! El dólar como moneda internacional es una decisión geopolítica tomada en guerra, a punta de pistola, en conjunto con los soviéticos. Imponer la guerra contra las drogas lo hicieron de la mano con los soviéticos. Y nunca se pelearon entre ellos, sino que se dedicaron a someter y exterminar al resto del mundo. Los yankees instalaron dictaduras genocidas que combatían con las guerrillas asesinas de izquierda que arbitraban los soviéticos, y así se dividían el mundo en dos.
Terminada la Unión Soviética, los yankees quedaron como únicos dueños y señores de la realidad, y el hecho de que hoy tengamos más impuestos, regulaciones, prohibiciones y presos que nunca en la historia nos demuestra claramente que estamos muy lejos de vivir en el mejor de los mundos posibles bajo el arbitrio de los déspotas norteamericanos.
Luca Rodríguez: También fueron los autores de la destrucción del liberalismo en el siglo XX. Quisiera que indaguemos un poco por ese tema, porque el siglo XX está plagado de autores muy renombrados para los pseudo liberales.
Nicolás Morás: Los liberales del siglo XIX, sin ni siquiera la necesidad de llamarse liberales ni de tener un instituto o una fundación “por la libertad”, como proliferan hoy en día, sabían quién era quién entre los personajes de su mundo. Los pseudo liberales de hoy, en cambio, reivindican a Alexis de Tocqueville, ese hombre que fue a un país esclavista como Estados Unidos y dijo “¿hay esclavos? Sí, pero aquí las instituciones funcionan muy bien, así que adelante con este sistema”. Reivindican a Benjamin Constant, el delirante filósofo suizo-francés que dijo que el valor de la libertad es relativo: “para el presente es bueno, para el pasado no, y para el futuro habrá que ver cómo viene”. Reivindican a Schumpeter, cuyo concepto de destrucción creativa reza: “el capitalismo destruye vidas, pero es muy bueno porque así es como lleva al progreso”. Ninguno de esos hombres se decía a sí mismo liberal. Y sin embargo, por esa misa época Herbert Spencer en Inglaterra, Gustave de Molinarie en Francia -el continuador de la obra de Bastiat-, discípulos de Spooner como Benjamin Stucker, los líbrales estadounidenses que abolieron la esclavitud y a quienes los senadores mandaban a la horca, publicaban todos en el mismo diario: Liberty. Hablamos de una época donde no existía internet y los separaba un océano y semanas de viaje. Pero los liberales spencerianos, los liberales de tradición continental de la escuela francesa de economía, los verdaderos liberales anarquistas estadounidenses, llamados también los anarquistas de Boston, publicaron en el mismo pasquín. Aunque tuvieran sus diferencias, sus matices menores o mayores, sabían quién era quién y se identificaban a sí mismos.
En el siglo XX la cuestión se pone oscura y dudosa. Entre los que se cuentan a sí mismos entre los liberales aparece un tal Ludwing von Mises, utilitarista negador de los derechos naturales que justificaba la esclavitud militar forzosa para defender los imperios criminales que consideraba males menores. Aparece un Karl Popper, quien con su libro La sociedad abierta y sus enemigos inspiró el nombre ni más ni menos que de la Open Society de George Soros. La sociedad abierta es por supuesto Inglaterra y Estados Unidos, un faro de luz de su tiempo ante la posibilidad de los nazis y los comunistas. No importa que Inglaterra y Estados Unidos hayan cometido los mismos crímenes que los nazis y los comunistas durante más tiempo, lo que importa es que a Popper le pagan el sueldo en la London School of Economy. Aparece una Alicia Rosenbaum, alias Ayn Rand, que daba discursos motivacionales en la academia militar de West Point a las mismas personas que iban a rociar de napalm las aldeas vietnamitas.
Estos mercenarios y delincuentes no nacieron de un repollo. Son gente a la que nada los une con el liberalismo a excepción de algún plagio de Bastiat, de Thoreau o de Spencer. Son desinformadores que surgieron exclusivamente para lavarle la cara a la derecha antiliberal y hacerle un favor a la izquierda antiliberal. Porque la izquierda y la derecha son categorías vacías, son una estúpida ficción. Hoy en día los empresarios corporativistas ganan más plata con los gobiernos progresista, ya sea promoviendo la eugenesia de género para disminuir a la población y enfrentarla entre sí, como con una serie de regulaciones brutales que destruyen el surgimiento de competencia y favorecen que se conecten más los capitales. Por eso Bill Gates, Warren Buffet, George Soros, Jorge Elzstein, y muchos otros de los hombres a quienes los pseudo liberales como José Luis Espert y Javier Milei elogian, piden que se suban los impuestos. Lo hacen públicamente. Firman las cartas y agradecen a los políticos cada vez que el Estado se hace más grande y regula más, porque al fin y al cabo, cuando sus empresas estén en problemas quien va a salir a van a rescatarlos es el Estado. Y los impuestos los va a pagar la gente, claro, porque al no haber competencia la suba de impuestos para el gasto público las corporaciones las trasladan a los precios, y la porquería que te quieran vender la vas a tener comprar igual, porque no hay otra. Y para colmo, gracias a los pseudo liberales te crees que sos libre por elegir un teléfono entre diez marcas, aunque no puedas elegir un solo teléfono que no te espíe. Pero hay diez marcas, entonces te podés llegar a creer que sos más libre que en un estado socialista y totalitario. No, la realidad es que todos somos igual de esclavos, y este circo existe porque el liberalismo ha sido infamemente silenciado.
Flavio Grandella: Spencer decía que originalmente el liberalismo tuvo por objetivo limitar la monarquía absoluta, pero que ahora, en la era moderna, tiene un nuevo objetivo: limitar el poder de los parlamentos. Spencer veía que el exceso de legislación empezaba a ser cada vez más intencionada, y con eso la distorsión de los principios liberales. Por ejemplo, los partidos liberales de Inglaterra se justificaban diciendo que el exceso de regulación parlamentaria, a diferencia del orden monárquico, era para favorecer a la gente y no para perjudicarla. Una vez que tomaron el poder buscaban justificarse para hacer aquello que en otro momento combatían. Ahí está la tragedia.
Nicolás Morás: Flavio está hablando de un libro que Herbert Sepencer escribió en 1884, El hombre contra el estado. Esta debe ser una de las mayores obras sociológicas de la historia humana, y comienza con un capítulo que se llama “Los nuevos conservadores”, dedicado al partido liberal inglés que estafó a muchos liberales como Spencer prometiendo que iban a llegar al parlamento para ayudar a las personas, y desde que llegaron al poder y gobernaron en un 50% junto a los conservadores lo único que sucedió fue que las prohibiciones, las regulaciones, los impuestos, los aranceles y las patentes se multiplicaron por mil. A medida que los señores políticos liberales subieron en la clase política, sus condiciones de vida mejoraron. Spencer identifica esto en 1884: “no vamos a combatir a los parlamentos infiltrándonos en ellos”. La teoría de la división de poderes es de origen liberal, pero fueron los propios liberales quienes la enterraron. Spencer adivinó que no servía para nada. Podés tener un partido que se llama liberal, pero es un partido de gobierno, un grupo de opresores que va a vivir mejor en la medida que te robe más a vos. Eso lo vio también Thoreau cuando dijo: “¿Mejor gobierno es el que menos gobierna? Entonces, el mejor es el que no gobierna en absoluto”. También lo vio Spooner: “ese trozo de papel que llamamos constitución es un contrato que nadie firmó, y que por lo tanto nada vale” Todos los liberales auténticos, y de distintas tradiciones de pensamiento, llegaron a la misma conclusión respecto a la división de poderes. Por eso, si alguien en el siglo XXI se dice liberal pero defiende un gobierno limitado, o le falta información o es un mentiroso peligroso. Porque lejos de que el anarquismo sea utópico, la historia y la realidad demostraron que los utópicos son quienes se creen que el gobierno se puede limitar. Tomemos todos los índices objetivos de medición de poder político que queramos y hagamos el ejercicio de compararlos con la época de nuestros padres, de nuestros abuelos y de nuestros bisabuelos: impuestos, leyes, prohibiciones, presos. En todos estos índices, hay menos libertad ahora que antes. Y eso porque el Estado es cada vez más grande, y el liberalismo ha sido asesinado, abandonado en manos de payasos que transan, que son corruptos y ladrones como Espert y sus financistas.
Si canalizás el descontento con el estatismo a nuevos partidos que a lo más que pueden aspirar es a cobrar un sueldo de diputados, y pagar asesores, choferes y recibir subsidios, no vamos a llegar ni a la esquina. Y es exactamente lo que sucedió. Nosotros estamos así, entre otras cosas, no solo porque la gente ha sido adoctrinada para más represión, sino porque la mayoría fue educada para odiar al liberalismo sin conocerlo, y una minoría cree que es liberal sin serlo. Palabras como neoliberalismo son inventos de la izquierda que trazando y haciéndole un enorme favor a la derecha liberticida se hacen cómplices de esa gran mentira.
Solo un liberal puede incomodar e irritar de la misma forma un facho repudiable y un marxista de tópico. Por eso somos gente peligrosa. No hay forma de que nosotros seamos funcionales al poder si no es robando nuestras ideas, matándonos y poniendo en nuestro lugar a tipos como “Ludovico von Moisés” y sus seguidores.
Flavio Grandella: Para tomar lo que dice un autor reaccionario y antiliberal -a veces es el enemigo el que nos muestra algunas verdades-, Donoso Cortés admitió la falacia absoluta de la división de poderes. El poder es uno solo y siempre va a ser uno solo.
Lo que uno puede ver siguiendo la actualidad y la coyuntura es que los jueces siempre se montan al poder ejecutivo y legislativo, y todo termina funcionando en conjunto. La ideología de género, por ejemplo, funciona de manera conjunta con la ayuda de los tres poderes. Los jueces son salarios del poder. Siempre va a ser así, salvo alguna honrosa excepción.
Nicolás Morás: Son aristócratas que gozan de privilegios, como una jubilación del 100% o no tributar el impuesto a las ganancias. Y todo eso lo asegura el poder legislativo. ¿Y quién recauda a punta de pistola y se roba los recursos para que el juez viva como un rey? El poder ejecutivo. Por lo tanto, al juez nunca le va interesar defender la propiedad que necesita violar para vivir como un duque, ni mucho menos limitar la legislación compulsiva que le da trabajo.
Las leyes no son soluciones, son conflictos. El Estado vive de crear conflictos para resolverlos, de romper piernas para entregar muletas. Y es mucho más fácil que los monopolios judiciales, parlamentarios y ejecutivos se pongan de acuerdo entre sí y que a su vez obedezcan a los monopolios corporativos que viven de las regulaciones, las prohibiciones los impuestos, financian sus campañas y sus carreras políticas, antes de que ninguno de esos sujetos tenga un acto de empatía y de justicia para el prójimo, para la gente de a pie, que sostenemos este circo con nuestro dinero, que somos asaltados, que nos oprimen y nos desangren. ¿Por qué nos van a defender? A quien se le ocurre hacer eso va a ser considerado un traidor y va a ser eliminado. Sobran casos de ello. Y por eso tenemos cada vez menos libertad. Pero te compensan vendiéndote autos en cuotas y tarjetas de créditos.
Luca Rodriguez: ¿Cuál es el criterio para identificar a los pseudo liberales?
Nicolás Morás: No es que los liberales no puedan tener disenso. Podemos tener mil puntos de desacuerdo, pero hay principios esenciales: no podés defender férreamente algo que restringe o viola la libertad en el nombre de nada. Eso es injustificable. Si defendes la idea de que es una democracia liberal el estado probeta que surgió gracias a que el Imperio Británico, arrancó a los palestinos de sus casas, los entregó a los colonos sionistas y los encerró en campos de concentración, sos un imbécil o un mercenario, pero liberal no sos. Si defendés los tipos más ricos del mundo que tienen comisiones enteras en Bruselas, en Washington, en Buenos Aires, para impulsar leyes -lo cual está objetivamente probado que restringe las competencias-, para que aumenten los impuestos para regular su sectores y sacar partido de eso, no sólo no entendés lo que es el libre mercado, sino que estás jugando en contra de eso.
Paradojas de la vida, la compañía que se llama Mercado Libre tiene beneficios y extensiones estatales de todo tipo. Mientras el comercio común de la esquina se funde por las cargas patronales y la brutal carga fiscal que hay en Argentina, Mercado Libre de Galperín tiene privilegios. ¿Y porque es la niña mimada del Estado argentino? Porque Mercado Libre es la AFIP. Si hoy vendés un ropero en Mercado Libre la AFIP lo sabe, porque hoy ya no solo te hacen registrar el DNI sino que se han convertido en una entidad bancaria paralela donde la información a la AFIP fluye aún más rápido que en los bancos tradicionales. Todas las grandes corporaciones, salvo poquísimas excepciones, se construyen a través de la violencia del Estado, con licencias de explotación monopólica, con subsidios concretos y baratos. Todo eso sale de nuestros bolsillos por la fuerza, con una pistola en la cabeza. Directa e indirectamente nos perjudica. Directa por que nos funden impuestos. Indirecta, porque hay menos variedad de oferta y precios mucho más caros Los márgenes de ganancia para los empresarios oligopólicos son siderales, y el que pierde siempre es el consumidor. Siempre ha sido mayor negocio ir contra la libertad económica que a favor de ellas. Ese es uno de los grandes mitos que sirven para identificar un pseudo liberal.
El pseudo liberal te va a decir “La industria argentina es berreta” Pero entonces, Javier Milei, ¿porque elogias a Jorge Elszatain? Invito a todo el mundo a buscar información sobre Elsztain. Además de ser socio de Soros, no hay gobierno argentino con quien no haya lucrado. El señor Elstzain es ahora un prolífico empresario radicado en Israel y anda con la quipa y la barba rabínica por todas partes. O Banco Santander, ¿a quién pertenece? Además de que son un gran lobbista del estado español rescatados por el gobierno socialista en varias ocasiones, Soros puso 500 millones de dólares para ampliar el capital y así les salvó la vida.
Vos no podes defender a los enemigos de la libertad y decir que estas luchando por la libertad. Si te dicen que los políticos son todos ladrones pero que estos empresarios corporativos y lobbistas son unos héroes te están contando la mitad de la verdad. Los políticos existen por esos mega empresarios. Es algo objetivamente demostrado.
Después nos quedará discutir siempre algunos matices o puntos de vista más parciales. Algunos liberales dicen que sí a la propiedad intelectual, y yo digo que no. Ortos dirán que el aborto es un crimen, otros que es un derecho, y yo digo que los dos están pululando en posiciones equivocadas. Pero no podemos discutir lo más básico y esencial cuando la realidad te lo muestra ante tus ojos. Por eso, insisto en que se debe diferenciar a los liberales de los pseudo liberales. No podés luchar al lado de un tipo que juega por el enemigo. Es algo elemental.
La Fundación Heritage dice que hay más libertad económica en Australia que en Paraguay. Pero en Paraguay el 80% de los negocios estan en negro, algo que a Heritage no le importa, porque le interesa medir solo los parámetros útiles para las grandes empresas que pagan ese índice. Tiene que ver con su facilidad de hacer negocios. De Australia es de donde salió Julian Assange y ellos se negaron a aislarlo. Si pudieran, se lo entregarían a Estados Unidos con un moñito para que lo maten. La libertad de las personas no la libertad de las corporaciones de la que hablan los pseudo liberales, como si las corporaciones fueran individuos con propiedad legítima luchando por sobrevivir. No, las corporaciones son la causa de que vivamos el delirio que vivimos.
Luca Rodriguez: Antes hablaban de cómo la izquierda está financiada por los grandes capitalistas. ¿Siempre fue así, o es algo que empieza posteriormente a su origen como movimiento político?
Nicolás Morás: En tiempos de la Asamblea de la Revolución Francesa, Condorcet, que era bastante liberal, se sentaba en el ala izquierda -la diferencia entre izquierda y derecha, cuando se habla de política, viene de los parlamentos franceses, porque así se distribuían en el recinto los representantes de la nobleza y los representantes del resto del pueblo, burgueses, campesinos, etc.-. Bastiat, cincuenta años después de la revolución, se sentaba a la izquierda del Parlamento, frente a las posiciones que ya no eran necesariamente de la nobleza pero sí conservadoras. La izquierda no siempre fue marxista ni anti liberal. Pero desde que el marxismo se apropió de las izquierdas, incluso un poquito antes, desde que el socialismo se volvió sinónimo de porquería autoritaria que quiere gobernar los destinos de todo el mundo en nombre de la igualdad, es así, fueron financiados por corporativistas millonarios. El padre del socialismo utópico, antes que Marx, es Robert Owen, que tenía la fábrica más grande de Inglaterra, con 3000 operarios. Era el hombre más rico de su país y uno de los más ricos del mundo. Ese hombre fundó el socialismo moderno. Después, a Karl Marx lo financiaba Friedrich Engels, que además de ser mejor escritor y más inteligente que Marx era un burgués prusiano de primera línea. El partido bolchevique ruso era comúnmente denominado el partido alemán; ¿por qué?, porque eran los banqueros judíos alemanes, y esto está férreamente demostrado, quienes financiaron todo su proceso político de revolución e instauración de su régimen. Tanto es así que Alexander Parvus, un banquero que murió en una mansión de 146 habitaciones y es considerado uno de los más grandes economistas del marxismo clásico, era el único nexo de comunicación entre Lenin y Trotsky, quienes se detestaban mutuamente. Estos señores banqueros financiaron tanto el intento de la revolución de Trotsky en 1905 que fracasó como el golpe del 1 con Lenin que no fracasó. Y hay algo que no siempre dice, pero Wall Street también aportó sus billetes, porque el Military Complex de los yankees veía tanto a los comunistas como a los nazis el potencial de generar un mundo en guerra permanente, con el enorme negocio que eso significaba. Y la historia sigue en la segunda mitad del siglo XX. Fidel Castro era hijo de una de las familias más ricas de Cuba. El Che Guevara era un aristócrata racista, homófobo, despectivo de la élite argentina. Tiene sentido. Para creerte un mesías capaz de decidir sobre la vida de cualquiera con mejor criterio que esa persona tenés que tener por supuesto un complejo de superioridad. Por eso no me sorprende en absoluto que muchos de los primeros comunistas fueran ricos. Tampoco me sorprende que los ricos hayan financiado a los comunistas. Y menos aún me sorprende que el progresismo contemporáneo, que ya no es marxista ni proletario, sea tan buen negocio. Porque como dije, tanto por las desregulaciones económicas como lo que tenés permitido hacer desde la política un progresista tiene todas las de ganar frente a un derechista. Hoy la moral hegemónica, anti moral, es progresista, que te dice “sí, te voy a romper una costilla pero es por el bien de todos”. En ese sentido, el buenísimo, la discriminación positiva que no deja de ser discriminación, es mucho más útil para ejecutar la misma tiranía que si la comete un derechista el sentido común te habilita a ir y prender fuego todo.
Esa hipocresía, esa ridiculez, es lo que le da de comer a las grandes fortunas del mundo. Fíjese el caso de Ntflix. Cada serie, cada película que producen, te tira siete u ocho mensajes de ideología de género muy obscenos. Los liberales no tenemos nada contra los homosexuales y de hecho luchamos por su libertad y la conseguimos, a diferencia de Guevara, que los encerraba en campos forzados. Pero esa promoción de una agenda que busca reducir a la población se ve perfectamente patente en los grandes productores de entretenimiento. Netflix, Disney y Warner producen el 93% del contenido que consumen niños y adolescentes. Hace poco dieron un comunicado conjunto anunciando que no van a realizar más producciones en países donde no esté estatizado el aborto. Ahí se ve la intencionalidad directa.
La obsesión por reducir la población no solo tiene que ver con que la tecnología destruye empleo. Tiene que ver también con que las regulaciones y los impuestos destruyen la competencia y enriquecen a estos titanes. Tiene que ver con destruir las posibilidades de la gente de vivir por sus propios medios.
Luca Rodriguez: ¿El progreso y el crecimiento económico están directamente relacionados con el liberalismo?
Flavio Gardella: Puede ser una consecuencia derivada pero no es el objetivo principal del liberalismo. En nombre del progreso se han tomado medidas antiliberales y se ha distorsionado el nombre de liberalismo. Tenemos el caso de la generación del 80 argentina, que generalmente se dice que es prevalecientemente liberal, pero que toma el dogma “Orden y progreso” de Augusto Comte, un personaje reaccionario y conservador. Era un conservadurismo de distinto tipo, en el sentido de que aceptaba ideas “liberales” pero veía con malos ojos la anarquía de las nuevas ideas. Querían un mundo fijo, estático, dirigido planificadamente a los efectos del progreso en las manos de los tecnócratas. Esa fue la generación de los 80: positivismo duro y puro. Algo que pasó también en México donde el liberalismo nunca existió, sino que fue un positivismo “edulcorado” bajo el gobierno Benito Juárez, donde hubo algunos tips que se podrían llamar liberales, pero ya sin ningún disimulo en la época de Porfirio Díaz, que fue básicamente una dictadora de orden y progreso, es decir, impulsada por un supuesto partido liberal mexicano.
Nicolás Morás: Los dos padres de la sociología son Comte y Spencer. Los zurdos dicen que Spencer era darwinista social y por eso tienen más vocación por salvar a Comte. Pero son unos completos ignorantes. Spencer hablaba de evolución antes que Darwin, además de que Darwin no era el cuco que pinta. Spencer era férreo defensor del orden espontáneo y el más alérgico enemigo de la ingeniería social. Comte, por el contrario, es el padre de la ingeniería social, y antes de ser positivista había sido socialista. ¿Es una contradicción o una coherencia? Auguste Comte era secretario de Saint Simon junto con Fourier, los fundadores del socialismo utópico.
¿Y qué hace la generación del 80 de la que se vanaglorian los pseudo librales de televisión? A través de una constitución dicen: “el Estado promoverá la inmigración europea”. Lo que no dicen es que luego serán compulsivamente adoctrinados para servir a la elite que es la educación pública y que, de ser necesario, morirán por patria, y así se crea el servicio militar obligatorio, algo que antes no existía.
Sin embargo, hay que decirlo, que aunque Alberdi no era un gran liberal ni una luz, creo que en el fondo era un buen tipo. Es cierto que copió una constitución calcada de la de Jefferson cuando los liberales de su época ya sabían que la constitución es papel pintado, pero al menos Alberdi se da cuenta de lo que significa el genocidio que Mitre y el criminal emperador de Brasil perpetuaron en Paraguay. Alberdi denuncia el crimen de la guerra y se tiene que exiliar porque si no Mitre lo mata. Esos tipos son los padres de la Patria que reivindican los pseudo liberales. Los que impulsaron la Campaña del Desierto, que dejando de lado todas las mentiras y medias verdades de todos los relatos, los pros y los contras, es el colmo del estatismo antiliberal. ¿A quién le dieron las tierras obtenidas a través de una campaña militar costosísima donde murieron inocentes resultados por servicio un servicio militar forzoso y financiado con impuestos de todos los argentinos? A quince familias. Sí, esa es la definición griega de oligarquía. Los oligarcas de Argentina permanecerían en el poder político durante cuarenta años haciendo negocios con el principal imperio criminal de su época, Inglaterra, en la misma época que Herbert Spencer, inglés, le decía a los japoneses que no dejen entrar a los inglés y la estadounidense en su país porque iban a destruir su país. El liberalismo fue constantemente anti imperio británico, pero más allá de eso, la libertad económica de la generación del 80 es una farsa. Había ferrocarriles, pero eran concesiones monopólicas para los ingleses, que además fue bancada con deuda externa y la creación de un Banco Central.
La generación del 80 fue eminentemente antiliberal como todos los que se dedicaron a construir los estados nacionales. Pasamos de una época de opresión más sincera en sus injusticias, donde el rey te decía que le des un 5% de lo que producís porque si no te mataba, a una época donde te sacan la mitad de tu propiedad y trabajo pero es tu propio bien, porque somos todos ciudadanos iguales, somos progresistas y buenos. Los positivistas son los abuelos del progresismo. No en vano Comte es socialista antes que positivista. Y además fue reaccionario. Todo combina perfectamente. Al final del día la gran diferencia es si defendés la libertad humana o estás contra ella. No importa cuál sea la excusa. Si en los hechos estás en contra de la libertad te vas a entender bien con cualquier estatista.
Luca Rodríguez: Surgió el tema de la ideología de género, donde a veces hay confusiones entre lo que es una postura conservadora con una liberal. ¿Tienen derecho a elegir sobre su género y su sexualidad? ¿Qué piensa el liberalismo al respecto?
Flavio Gardella: El liberal respeta la realidad. El hombre nace hombre, la mujer nace mujer, pero eso va sin perjuicio de respetar el libre ejercicio de la sexualidad. Es el problema de mezclar los términos. Una cosa es negarse a llamar mujer a un transexual, y otra es que el transexual ejerza su sexualidad como tenga ganas. Pero uno no puede ser obligado por ley a tratarlo como si fuera una mujer si no es eso lo que piensa. Es una gran tensión que se crea artificialmente. Negarse a llamar a una persona mujer o varón no es lo mismo que negarle sus derechos sexuales. Todos pueden ejercer su cuerpo como quieran. Yo no quiero controlar su trasero, pero no pretendas entonces controlar mi cabeza. Ese es el argumento.
Nicolás Morás: Hay una enorme ambición estatista detrás de la ideología de género, porque el porcentaje de los transexuales es mínimo, aunque con los centros de hormonización que promueve el Estado apuntan a que esto crezca. – tiene que ver con la infertilidad-. Pero ante todo, está la obsesión totalitaria de los opresores de “hacer mejor” la realidad a fuerza de ley y planificación, algo que jamás sucede. Es así en todo. Cuando te dicen que va a haber control de precios para evitar los aumentos, se multiplica la inflación. Cuando el Estado va velar por la salud, se mueren proporcionalmente muchas más personas que antes de esa supuesta colaboración estatal. Esto lo describe muy bien el gran y eterno Bastiat en Lo que se ve y lo que no se ve.
En la ideología de género hay un problema subyacente que es querer controlar lo que puede o no se puede decir. Jamás voy a apoyar a que una persona haga lo que quiera con su cuerpo. Jamás voy a patologizar ninguna conducta. No creemos que un transexual sea un enfermo, pero tenemos derecho a decir que esa persona es un hombre aunque se vista de mujer. Y por otro lado, podemos decir lo que queramos, incluso que es mujer si no es mujer. Todos tenemos la misma libertad de expresión para pedirle a nuestros amigos que nos llamen como queremos. Pero no se puede exigir a los que no quieren comulgar con sus ideas que lo hagan, ni tampoco que subsidiemos sus tratamientos. Esa es la gran diferencia entre lo que fue el movimiento gay de los 60, un movimiento contracultural que junto con hippies, panteras negras y anarquistas liberales lucharon contra Vietnam mientras las feministas decían “que se maten porque es una guerra de hombres”,. Esa gente la tuvieron que purgar en una operación policial para crear esta basura de movimiento LGTB donde lo único que se persigue es el privilegio.
La ideología de género es eminentemente liberticida e inquisitorial, porque se quiere educar a los hijos de todos y censurar las palabras. No tiene nada que ver con la libertad, y de hecho es todo lo que trabaja contra la liberad, porque el combo viene con la inquisición feminista y su objeción por quitarle derechos a los hombres por el hecho de ser hombre, algo equivalente al racismo. Los liberales no tratamos ni con basura racista ni con basura feminista. Si vos creés que alguien tiene mayores privilegios por su color de piel o por lo que lleva entre las piernas sos una mierda humana, no hay mucha vuelta que darle. Nada bueno puede salir de ese dogma profundamente misántropo, gregario y sectario.
Flavio Gardella: Y cuando hablamos de que estas cosas las promueven los tecnócratas no necesariamente hay que asumir que tienen las ideas equivocadas. Ellos tienen las ideas correctas para su rol en la sociedad, que es acumular poder: divide y reinarás. No están equivocados, vende lo que aumenta la ostentación del poder.
Nicolás Morás: Y así consiguen que una parte de la sociedad se identifique con el Estado y se sienta víctima de la otra parte. Es así. Divide et impera. Es más viejo que el pan.
Luca Rodríguez: ¿Cuál es la postura del liberalismo respecto al aborto?
Nicolás Morás: Es un tema donde hay que considerar posturas disímiles. Yo tengo una postura muy moderada. Por un lado, no creo que una mujer deba ir presa por abortar, cosa que es importante siempre recordar que en Argentina no acontece hace décadas. El grueso de todo el impulso de la ley fue por la estatización, por la promoción estatal compulsiva del aborto como eugenesia siguiendo los mandatos del Fondo Monetario Internacional, que desde que volvió a meter las narices en Argentina en 2018 puso como condición invertir en salud reproductiva. O cómo también lo exigió durante el gobierno de Macri el Banco Interamericano de Desarrollo de Estados Unidos, que puso 200 millones más de deuda para impulsar políticas de género. Un liberal no puede apoyar ese siniestro proceso de estatización. Pero tampoco puede apoyar a algunos extremistas del otro bando que irían a lapidar a las mujeres en la plaza pública. Es un tema que da para discutir mucho, porque entra algo muy difícil de discernir que es el origen de la vida. Pero en la práctica, un verdadero liberal no se va a dejar llevar por ninguno de los dos extremos.
Flavio Gardella: Por otro lado hay que ver qué definimos como aborto. Porque algunos creen que el aborto es sacar el bebe vivo de su madre y ponerlo en una salina hasta que se muera. Una cosa así, claro, no se pordía llamar aborto sino asesinato Pero el tema verdadero, más allá de toda la ignorancia, tiene muchas aristas que pueden discutirse. No es clara una postura homogénea, y por eso los extremos terminan siendo enemigos de un verdadero ejercicio de libertad.
Nicolás Morás: Hay un grado de irracionalidad en lo que fue la secta verde hasta al punto que a un médico honrado de Neuquén como Rodríguez Lastra lo condenaron a prisión y le quitaron su matrícula por haberse negado a practicar un aborto en el quinto mes de gestación. Estamos en un nivel de extremismo donde los defensores del aborto parecen defender que para respetar la libertad de la mujer, si fuera necesario, habría que sacar al niño vivo y pegarle un tiro, como decía irónicamente Flavio.
En suma, es una materia de discusión y hay un sentimentalismo importante que empaña toda la discusión. Además aparece todo el cientificismo burdo que te tira por la cabeza sus “estudios científicos”, de cada lado y posición, y ninguno es particularmente riguroso, por lo tanto da para discutirlo largo y tendido. Hay una diversidad de posturas dentro del liberalismo sobre este tema. Pero lo que es seguro es que nadie que se llame liberal puede vender el proyecto de estatización de la IVE.
Luca Rodríguez: Otro tema que mencionaron como digno de debates al interior del liberalismo es la propiedad intelectual. ¿Existe la propiedad intelectual?
Nicolás Morás: El concepto de propiedad privada que utiliza cualquier persona se lo debemos a Locke. Es un concepto liberal. Propiedad es lo que vos creaste, o lo intercambiaste, o lo propusiste. Es tu trabajo, o fruto de la asociación con el trabajo de otros, y es un bien tangible, perfectamente identificable. No significa que sea necesariamente material, pero sí un bien tangible. Antes de tu trabajo, no estaba. Ahora bien, los liberales somos históricos enemigos de las patentes. Y esto desde el principio. Si vos fabricaste una silla, ¿con qué criterio podes decirle a otro que no fabrique una silla por que la idea es “tuya”? Para fabricar una silla usaste conocimientos de geometría y carpintería que nadie te los cobró. ¿Con qué derecho le vas a decir a otro que no puede fabricar una idea igual a la tuya? Los pseudo liberales estatistas te dicen que si no hay patentes no hay incentivos. Es mentira. Los mayores inventos de la revolución industrial en particular, pero los mejores inventos tecnológicos de la historia humana en general, se realizaron cuando no existían las patentes. Hay que leer a Samuel Smiles, liberal escocés de 1830, que cuenta cómo la gente descubrió los grandes inventos de la modernidad en su casa, con muchísimo estudio y autodisciplina, cuando no existía ni financiación ni magnates multimillonarios, ni universidades, ni Royal Academy. Ni, claro, patentes. Y se hicieron ricos en su derecho. En la propiedad intelectual sobre un libro, una canción, una película, hay más tela por cortar, pero también es un tema plagado de mentiras por parte de sus defensores. Honoré de Balzac y Charles Dickens, los best sellers novelistas del siglo XIX de Francia e Inglaterra, publicaban novelas de entrega, se hicieron merecidamente ricos con su arte, pero no había patentes de su propiedad intelectual. No iban persiguiendo a quienes reproducían sus entregas con una pistola en la mano. Creo que las patentes son otro instrumento que necesita la existencia del Estado, y por eso el Estado se va a embanderar como el mayor defensor de ese “derecho” aunque implique otro obstáculo contra la libertad económica, productiva y para la libre competencia.
Flavio Gardella: Al día de hoy se ven cuestiones más ridículas y revulsivas. Por ejemplo, la cuestión del diseño industrial. Que si hacés un cuello de camisa de determinada forma ya te saques un derecho de patente es un exceso desopilante.
Nicolás Morás: Las patentes son otra manera de encarecer la producción. Fabricar un Citröen 2CV, modelo 70, costaría diez veces menos que fabricar un Citröen actual, y en parte es por todas las patentes que hay que sortear y habilitar para fabricar.. La marca se apropia de un detalle, y no podes usar su diseño de ese detalle sin pagarle. Es el aniquilamiento de la competencia. El crecimiento económico chino, que nada tiene de liberal, se dio sin embargo con el único gramo de honestidad que tienen que fue no respetar las patentes yankees. ¿Quién carajo sos vos para decir que no puedo fabricar microchips? Todo este sistema es lo que históricamente Smith o los fisiócratas identificaron como mercantilismo. No es un capitalismo de libre mercado, es un maldito sistema mercantil y corporativo donde políticos y empresarios millonarios se sientan a planificar la economía mundial. Si fueran solo políticos, el sistema sería comunista. Como son políticos y empresarios, es mercantilismo. ¿Es más eficiente que el comunismo? Sí. ¿Es moralmente mejor? No.
Flavio Gardella: Es esa maldita tentación de justificar al mal menor.
Nicolás Morás: Además, el relativismo utilitario es totalmente antojadizo. Es un mal menor para el que gana, no para el que le pegaron un tiro. Te hablan de utilidad, ¿para quién? ¿Para el mayor número de personas? ¿Y eso quién lo determina? Spencer tenía una frase gigantesca: “una sociedad no es menos esclava por haber decidido ser esclava”. Otra gran frase suya es “la sociedad no existe para beneficio de la sociedad, sino para beneficio de cada uno de sus miembros”. ¿Qué es la sociedad? Una asociación de individuos. El individuo ya es antes de la sociedad. No pueden obligar a hacer lo que los otros quieren que hagas con tu cuerpo y tu propiedad. Esa es la supremacía lógica y moral del liberalismo frente a la censura utilitaria, sea socialista o sea capitalista corporativa.
Luca Rodríguez: Para ir cerrando este rico abanico de temas, sobre consumo de drogas, y prohibición, ¿qué hay desde el liberalismo para decir?
Flavio Gardella: Además de cercenar la libertad, la prohibición de drogas crea más problemas: corrupción policial, superpoblación carcelaria, persecución de los consumidores, mientras los grandes narcos hacen su negocio porque aumentan artificialmente los precios de las sustancias. Se dan en conjunto toda la serie de factores que destruyen el comercio natural. Por supuesto no se trata de una ingenuidad. Deliberadamente se quiere sacar generar este conflicto como coartada guerra permanente que retroalimenta el poder.
Nicolás Morás: La prohibición de drogas es el mayor crimen contra la libertad de los últimos cincuenta años, y se basa en la pretensión psicópata y totalitaria que pueden y que no pueden hacer con su cuerpo y su propiedad.
Luca Rodriguez: Un argumento muy común de los prohibicionistas es protegerte de tus propias decisiones.
Nicolás Moras: Cualquier pastorcito vocinglero, comisario soviético, jacobino trasnochado o basura humana se cree con derecho para decidir sobre tu vida es enemigo de la libertad, de la justicia y de la humanidad. No me importa nada si cree que tiene razón o sabe que lo está haciendo con un fin oculto. Es un enemigo acérrimo de la libertad, tanto en las drogas como en muchas otras cosas.
¿Cómo se define o se desenmascara a un enemigo de la libertad? No ideológicamente. Se define a nivel humano: es el alcahuete. El forro alcahuete. El botón. El chupamedias del poder. El que le decía a tu maestra que te estabas copiando. Esa basura es el cómplice necesario para que exista la inquisición feminista o la prohibición de las drogas. Tanto es así que la primera prohibición de drogas en la historia de occidente, la prohibición de las fiestas bacanales en la República Romana, necesitó que se creara la figura del “delator anónimo remunerado”. Es natural, porque si estás persiguiendo algo que no es un crimen y no violenta a otros necesitas un bicho que te ayude, un dedo inquisidor que diga: ese. En el rencor, en la envidia, en la condición más paupérrima y miserable del ser humano, es donde crece el estatismo.
Luca Rodríguez: La misma postura se da respecto al caso del suicidio.
Nicolás Morás: Sos dueño de tu vida, sos dueño de tu muerte. No hay discusión. Es ridículo.
Luca Rodriguez: ¿Y qué piensa el liberalismo del consumismo? No de la libertad a consumir lo que quieras en el mercado, sino pensando en cómo el estatismo corporativo se sostiene en el impulso a que te endeudes y te vuelvas loco por consumir lo que te venden.
Flavio Gardella: Lamentablemente vivimos en una ficción económica, porque no estamos funcionando en torno a una economía real. Las grandes compañías automotrices, por ejemplo, ya no viven de vender autos, viven de financiarlos. O si vas a Fravega a comprarte una licuadora, no sólo te venden las licuadoras, son financistas de licuadoras. Vivimos en una economía que es puro humo porque todo es financiación. Así se crea un consumismo exagerado. Si no hay financiación no hay ganancia, porque no ganan por el auto o por el licuado en sí. Ganan por el interés de financiar tu deuda.
Nicolás Morás: Lo cual no solo va en desmedro de la real producción, sino que, por sobre todas las cosas, el consumismo que vivimos hoy y que aman los keynesianos y los pseudo liberales por igual, es el síntoma de que se haya destruido el ahorro. El ahorro es la base de la riqueza, no el consumo rápido.
Flavio Gardella: Y no es casualidad de que se haya empezado con esto desde el 73 en adelante.
Nicolás Morás: Exactamente. Entre el 71 y el 73 se configuró el mundo en el cual vivimos hoy: guerra mundial contra las drogas, patrocinio gubernamental del aborto, hiperinflación, fin del patrón oro, etc. Todo esto fue para contrarrestar el fracaso miserable de Estados Unidos en Vietnam creando un nuevo enemigo: el narcotráfico, controlado por ellos, claro, iniciando una guerra que nunca terminó y que sigue sumando más muertos y más prisioneros. Todo esto en el combo de una hiperinflación mundial. Porque terminamos de arrancar la última soga de raciocinio que ataba la maquinita de imprimir billetes para que no pueda generar dinero artificialmente, eliminamos el patrón oro y generamos una depreciación brutal de la moneda. El peso es basura, dicen los argentinos de a pie. Sí, claro, ¿pero el dólar? 4%, 5%, 6% de inflación anual. Y esa es la moneda del comercio internacional gracias al acuerdo de Bretton Woods.
La inflación significa, además de impuestos y financiación de los políticos, un modo de obligar a la gente a consumir. Si vos no tenés manera de preservar tu patrimonio nunca vas a comprar una casa o fundar un negocio. Pero sí podés comprar un plasma que se va a romper dentro de dos años, pero además después podes comprar otro, o tener un aire acondicionado que pagas en veinte cuotas. Podés tener todo lo efímero que quieras, pero no va a incidir en una mejora real de tu vida. Y ahí el pseudo liebral va a meter sus narices a decirte “mira que bueno es el capitalismo, podes comprar cosas”. Y va a salir el keynesiano de izquierda a decir “mirá que bueno es nuestro gobierno, te permite comprar tu plasma y el aire acondicionado”. Sí, pero fuera de eso alquilas casa, trabajás para otros y no tenés casi nada propio. Esa es la farsa en la que vivimos.
El liberalismo no es el amor por la riqueza desmedida. Hay gente muy pobre que hizo su pequeña fortuna con aptitud y esfuerzo. Pero tener más fortuna no es sinónimo de ser más libre. Lo entendía Thoreau y lo entendió Karl Hesse, a quien el gobierno estadounidense, en la década del 70, le prohibió el uso del dinero por rebelión fiscal. Fue uno de los últimos grandes liberales del siglo XX, y acabó muriendo en una granja autosustentada.
Flavio Gardella: También se crean las necesidades para que seamos dependiente de los burócratas. Mirando en un caso particular, por ejemplo, en el rubro energético, para construir una represa hidroeléctrica no podés tener competencia porque no es factible. Lamentablemente, tiene que haber una y solo una represa. Entonces hay que buscar medios alternativos para la generación de competencia. Lamentablemente estamos sujetos a una única fuente de energías.
Nicolás Morás: Así es fácil justificar la hiperregulación del estado con los precios manejados por burócratas, que un día te congelan la tarifa a un precio irrisorio subsidiado con tus impuestos y al otro te la multiplican por 40 a gusto y placer. Si vos usas paneles solares podés participar de la competencia y elegir qué panel solar querés usar, como proveer tu propia energía. Pero ese es el liberalismo del que no te hablan Milei, Espert y compañía. Obviamente es más fácil empezar a llevar una vida más libre fuera de este sistema, lejos de la ciudad, que adentro. En la gran ciudad se aglomera mucha gente, en algunos casos incluso artificialmente, y lo único que podés esperar es que surjan conflictos. ¿Quién arma los conflictos entre los seres humanos para que haya hambre y después vaya a alimentarlos? Papá estado.
Luca Rodríguez: De todo lo que hemos hablado, ¿qué se puede sacar en limpio?
Nicolás Morás: Que en este mundo horroroso en el que vivimos podemos tener una vida más justa y más libre. Precisamente, si en vez de amar a los bancos, empezamos a alejarnos de ellos, y por lo tanto a alejarnos del fisco. Si en vez de descargar y acumular basura a cuotas con tarjeta, deseamos tener un poco más de autonomía. Si a pesar de la dictadura generalizada de vigilancia que existe, elegimos usar Ubuntu en vez de Windows, o a veces Talks en vez de WhatssApp- Poquito a poquito podés ir haciendo de tu mundo un lugar más digno. Podés evitar denunciar a tu vecino porque tiene una planta de marihuana, o porque paga un alquiler clandestino, o porque haya en tu cuadra un negocio que no está regularizado. Eso te hace mejor persona. Tal vez nunca te vayas a hacer millonario, pero si vas a vivir más dignamente. Podés elegir cómo educar a tus hijos. Podés elegir muchas cosas, todavía. La clave de ser liberal no solo es tomar toda la autonomía que puedas en tu vida, si no también inculcarles este mensaje a los demás.
¿Cuál fue el gran error del liberalismo? Perder la capacidad de organización. Porque cuando nos organizamos hicimos revoluciones que cambiaron la historia. Luego de las revoluciones, si se corrompieron los procesos fue por la estupidez de entrar en el Estado. Las instituciones te chupan, te corrompen. Si eras bueno te hacen malo, y si no te haces malo, te matan. Pero si nosotros podemos retomar el factor de la organización, de un insomne nosotros pueblo contra gobierno, como dice Fuenteovejuna: ¿Quién ha matado al comendador? Todos. Entonces no nos puedes encarcelarnos”. Si volvemos a eso vamos a avanzar hacia la libertad.
La idea de poder disputar contra el enemigo y dejar de delegar la vida y las obligaciones morales a los políticos es lo que nos va a hacer libres. Primero, puede mejorar la propia vida. Y segundo, es lo mejor que podés hacer por el mundo. No andar formando partiduchos y pidiéndole subsidios a fundaciones para difundir algo que ni siquiera se parece a lo que verdaderamente el liberalismo es.