CONFERENCIA

DERECHO NATURAL: LA BASE DEL LIBERALISMO

Por Nicolás Morás y Flavio Gardella

Nicolás Morás: En esta ocasión abordaremos un tema crucial para comprender la esencia de la filosofía liberal: los derechos naturales. Flavio, ante todo quisiera preguntarte por el iusnaturalismo, la principal doctrina que propugna la existencia de derechos naturales en la condición humana.

Flavio Gardella: El iusnaturalismo es un sistema ético normativo según el cual el hombre tiene derecho a la vida, la libertad y la propiedad en razón de su propia naturaleza humana. Para poder desarrollarse, para poder cumplir con cualquier finalidad que se proponga, el hombre debe ser respetado en su vida, su libertad y su propiedad. Desconocer estos derechos implicaría negar la naturaleza del ser humano, y privar a las personas de cualquier posibilidad de desarrollo.

Nicolás Morás: Hay que explicar que el principio del derecho natural es ancestral. Cualquier teoría de la justicia anterior a la formación de los estados modernos -que tienen menos de doscientos años- reconoce los derechos naturales. Antes de que se formule el liberalismo contemporáneo tal y como los conocemos el propio Aristóteles reconoce en La Política la existencia de las intuiciones y los derechos naturales que anteceden al estado. Eso es casi paradójico, porque yo suelo utilizar a Aristóteles para refutar la falacia de que el contexto histórico permite justificar cualquier atrocidad moral. Cuando Aristóteles habla de las tres instituciones anteriores al Estado, aquellas que la especie humana se dio a si misma para poder desarrolarse, menciona la familia, la propiadeda y la esclavitud. Sin embargo, fundamenta sin nignun tipo oposicisn la institución de la familia como un hecho biologico, la institución de la propiedad como un hecho inherente al ser humano civilizado, pero respecto a la esclavitud tiene la honestidad de admitir que hay disenso. Su postura favorable a la esclavitud tuvo mucho que ver con su condición de tutor filosófico de Alejandro Magno, cuando trabajó para el Rey Filipo como funcionario del Estado. Pero Aristóteles reconoce que la esclavitud ha sido refutada -él mismo lo cita- por el historiador Teopompo, contemporáneo suyo, quien dice que la esclavitud no es una instituciónnatural sino que fue introducida recién en el siglo V a.

Sobre el iusnaturalismo es interesante remarcar que cada uno de estos derechos que nombraste tienen una explicación casi autoevidente. No admite prácticamente discusión, salvo, pero supuesto, por parte de quienes son empedernidos negadores de la naturaleza humana. ¿Cómo no vamos a tener derecho a la vida si estamos vivos? ¿Cómo no vamos a tener derecho a disponer de nuestro propio cuerpo si al fin y al cabo nosotros somos los únicos que sentimos las consecuencias de nuestros actos? Y sobre la propiedad, más allá de que ancestralmente es reconocido como la línea de demarcación entre el estadio primitivo del ser humano y la civilización, hay un argumento muy interesante apropiado por Locke que es el de la apropiación original. ¿En qué consiste este concepto?

Flavio Gardella: Locke considera que la apropiación original acontece cuando, por ejemplo, yo me apropio de un fruto que está dado en la naturaleza pero nadie lo había tomado para sí. Desde el momento en que yo lo recolecto y lo acumulo para mi uso, empieza a formar parte de mi propiedad. Hay que recordar que John Locke es crisitno protestante, y que según su cosmovisión las cosas naturales son puestas en un principio por Dios. Pero desde el momento en que involucro mi trabajo, mi mano de obra, sea recolectando, sembrando y cosechando, desde el momento que interviene mi trabajo para apropiarse de la cosa, es mi propiedad. Por eso es un derecho fundamental para la subsistencia del ser humano.

Nicolás Morás: Hay una diferencia clara entre la idea de apropiación y la expropiación. Porque para Locke la apropiación es una teoría muy empirista, propia de su escuela filosófica, que se basa en la experiencia y la realidad. No en la idealización, partiendo de la premisa y que después los hechos se acomoden de tal modo que me den la razón.

¿Cuándo se dio el surgimiento de la civilización humana, quebásicamente el surgimiento de las comunidades tal como las entendemos y de la propia historia escrita? Hay un consenso muy grande entre los historiadores de que el paso se dio precisamente con la agricultura, que implica, justamente, trabajar sobre la tierra que no es de nadie -Locke dice que la naturaleza y las criaturas inferiores, es decir, los animales, en su estado puro pertenecen a todos y por tanto nadie-. Pero es cuando el hombre, el individuo en soledad o en cooperación con otros individuos, mezcla su trabajo con la tierra y a partir de su trabajo logra un fruto que le permite su autopreservación, surge únicamente propiedad privada, sino también el excedente, el capital. El capital es el origen de la civilización porque es aquello que está por encima de la necesidad de subsistencia inmediata. A partir de que los hombres pueden producir más de lo que necesitan para sus necesidades básicas disponen de un sobrante para intercambiarlo por otros frutos, por carnes, por pieles, por servicios, por arado, por herramientas. Entonces aparece el mecanismo de organización más natural, pacífico y espontáneo de las sociedades humanas, que es el mercado. El derecho de propiedad es innegable, pero de estos tres derechos que ya hemos explicado, vida, libertad y propiedad, se desprenden dos paradigmas fundamentales. Uno de ellos es el igual valor moral de los hombres. Todos los hombres tienen los mismos derechos. Spooner lo plantea en su ensayo La ley natural: ciencia de la justicia, cuando afirma que si uno reconoce para sí mismo estos derechos que se justifican por su mera condición de ser humano, guste o no guste habrá que reconocer los mismos derechos para el resto de las personas.

Flavio Gardella: Tiene que ver con la universalidad y la simetría de las normas. Deben ser universales y simétricas para todos, porque si no estamos hablando de privilegios para unos en detrimento de injusticias para los otros. Es fundamental para el derecho natural que nuestros principios sean universales y simétricos.

Nicolás Morás: Ypor otro lado, cualquier asimetría implica una imposición de unos sobre otros, un perjuicio, un delito, de violacion flagrante del derecho ajeno. Entonces tenemos los tres derechos fundamentales, el paradigma de la igualdad universal de esos derechos y, por último, lo obvio, que es el derecho a defenderlos, la legítima defensa. Creo que este sería un buen puntapié para explicar cómo al principio el liberalismo del siglo XVII y XVIII de John Locke y la ilustración escocesa creen que es el Estado quien debe defender esos derechos, pero que en su propia concepción se anida ya la refutación a esa idea.

Flavio Gardella: John Locke parte de una base contractualista, una doctrina que profesa que un momento la comunidad humana se reunió y delegó la capacidad de autodefensa al Estado a los efectos de tener que cargar exclusivamente cada uno con su propia defensa. Pero la teoría contractualista está refutada en dos sentidos: por los datos históricos y por la lógica. Respecto a lo histórico, los antropólogos dicen que el poder político en general nace de un acto depredatorio. Esto quiere decir que el origen del Estado se dio cuando un grupo de ladrones, saqueadores, y piratas decidió que en vez de ir a robar un determinado pueblo, saquear todo, huir, y volver en otro tiempo, era más conveniente asentarse en ese territorio y pedirle a la gente que produce un 10% de sus riquezas, bajo el discurso de protegerlos de otros piratas y otros depredadores. No por bondad, para defender los intereses de la comunidad, sino para sostener sus propios intereses. Esa es la teoría depredatoria que sostiene entre otros Franz Openhaimer, destacado sociólogo alemán de 1900.

Nicolás Morás: Franz Openhaimer le da la razón a todos los liberales sin ser liberal, porque su ideología era socialdemócrata. Sin embargo, su trabajo riguroso, El Estado, argumenta con sólidas evidencias esos planteos de la teoría depredatoria. Y los liberales del siglo XIX llegaron a la conclusión lógica de que el anarquismo estaba en lo cierto y el Estado no es y ha sido más que una banda criminal. Por eso es que todo contractualismo, sea el de Locke, el de Hobbes, o el de Rousseau, está errado. Ningún contrato resiste a la moral cuando es impuesto con una pistola en la cabeza para financiar una casta de delincuentes.

Sin embargo la diferencia entre la teoría contractualistas de estos autores tienen matices. ¿Podés explicarnos la diferencia entre la idea de Locke, que es errada pero más sensata, con la de Rousseau que se puede considerar la gran apología del estado hipertrófico, haciendo casi una igualación entre pueblo y estado?

Flavio Gardella: Lo que hace Rousseau es agregar a la teoría contractualista lo que se llama la voluntad general. Locke es más claro en ese sentido, porque dice que ninguna voluntad general puede servir para vulnerar eventualmente los derechos. Pero Rousseau deja la puerta abierta a la idea de que si una mayoría lo determina es legítimo cercenar los derechos de las minorías. Tenés razón en señalar la sensatez de Locke,  pero al admitir la existencia del Estado deja sin embargo una vía libre para que la concepción de Rousseau, en mayor o menor medida, se imponga por parte de los defensores del sistema democratico. Es cierto que en nombre del Estado se van a emitir ciertas concepciones como la promesa de hacer políticas de distribución de ingresos o de ampliar los derechos de las personas. Siempre hay un gradualismo de concesiones, pero las concesiones van desnaturalizando lo que es propiamente el derecho natural: vida, libertad y propiedad. Sobre todo en esta última.

Nicolás Morás: Y fijate como incluso en la idea democrática de Rousseau parte de una mentira fundamental que es el principio de representatividad. No solo la gente no elige que el Estado exista, si no que tampoco elige participar del sistema de representación. Los diputados que van a legislar sobre tu vida y sobre tú propiedad.

Flavio Gardella: Tampoco los ciudadanos tienen manera de influir con su voto al poder político. No es que la voluntad del Estado sea propiamente una voluntad general, porque en definitiva se trata de la voluntad política. Es lo que diga la elite política aquello que va a prevalecer. Técnicamente, la voluntad general no existe

Nicolás Morás: Es una idea mentirosa que permite a quien ostenta el poder ejercer la violencia, cuyo monopolio recae por supuesto en el Estado, bajo el precepto de expresar la supuesta expresión de la voluntad de todos sus sometidos. Pero los que aportan a la “voluntad general” no dejan de ser los sometidos, y la mayor prueba de ellos es que si hoy me rebelo y me niego a cuplir cualquiera de las innumerables leyes ilegítimas que el estado propugna contra la propiedad, la libertad e incluso contra  la igualdad jurídica de la personas, inmediatamente será encarcelado. Por tanto, no sólo los políticos no son mis representantes, si no que fundamentalmente son los enemigos de mis derechos. Todo el marco institucional donde vivimos es una gran cárcel donde no deja de existir una extorsión mafiosa que aunque vaya en contra de los derechos naturales si osas defender lo tuyo sos encarcelado y eventualmente asesinado. Tenía mucha razón Spooner.

Es muy importante que la gente comprenda que incluso trascendiendo la filosofía liberal, basando el razonamiento en la mera lógica, al aceptar la existencia de los derechos naturales, al aceptar el derecho de la legítima defensa, de acepta inmediatamente el derecho de rebelión Y lo decía Juan de Mariana, un sacerdote católico, pensador escolástico español, que como no podía ser de otra forma acabó perseguido por la Inquisición. En su tratado sobre el tiranicidio, Juan de Mariana dice: “si el rey se excede por encima de los derechos naturales de sus súbditos, lo subiditos tienen el legítimo derecho a rebelarse y matar al rey con sus propias manos”. Si nosotros extrapolamos el principio de Juan  de Mariana al siglo XIX lo veremos también en la defensa que hace Lysander Spooner de John Brown, el guerrillero liberal que en lugar de ir a pedirle gobierno federal estadounidense que libere a los esclavos, -un gobierno republicano que amparó ese sistema durante prácticamente un siglo- toma las armas y liberó por su cuenta a los esclavos del sur. Porque el mismo Spooner lo dice en el libro que ya citamos, Ley Natural: “Los hombres no solo tenemos derecho a defendernos de los ataque de los enemigos, sino también a hacer valer el derecho de los demás”. El derecho natural no es una cuestión solipsista. Incluso tenemos el deber moral al reconocer el derecho del prójimo, de asistirlo en la medida que nos sea posible de cualquier ataque vandálico, de cualquier agresión, porque esa es la única manera en que podemos perseverar como especie ante las numerosas amenazas que nos presenta la vida ,incluyendo al Estado por sobre todas las cosas.

Flavio Gardella: Suponiendo que habría existido un contrato social difícilmente toda la comunidad se hubiera puesto de acuerdo. y aun suponiendo que si hubiera sido así, difícilmente ese acuerdo puede prevalecer sobre las generaciones futuras que no firmaron ese contrato inicial. Por eso están los elementos históricos empíricos por un lado, pero también la cuestión lógica. El contractualismo queda completamente refutado por la historia y por la razón.

Nicolás Morás: ¿Cuál es la diferencia entre derecho natural y derecho positivo, el paradigma que a partir del siglo XIX se vuelve imperante y dirige la mayoría de las normas que actualmente tenemos en los estados modernos?


Flavio Gardella: El derecho positivo, también llamado positivismo jurídico, considera que el único derecho válido es el que establece la legislación de los estados, y no reconocen un derecho natural como tal. La justificación argumental de esta concepción es el escepticismo ético, sostenido entre otros por Hans Kelsen, el mayor representante del positivismo jurídico del siglo XX. El razonamiento de Kelsen diría que si tenemos dos valores, la libertad por un lado y la igualdad económica por otro, es imposible determinar racionalmente el más importante.Para asegurar uno de ellos, por ejemplo igualdad económica absoluta, tenemos que guillotina horizontal, es decir, igualar a todos y que nadie resalte, básicamente, haya que contradecir la naturaleza humana. ¿Cuál es el argumento para definir el mejor valor? La circunstancia de no saber qué valor debe prevalecer en una sociedad para que sea justa se resuelve, según Kelsen, con democracia. Todo quedará sujeto a lo que voten o deje de votar la gente. El problema con esta teoría independiente, además de que contradice absolutamente al derecho natural, es que es empíricamente una hipocresía. La gente no decide nada. No vota nada. Lo podemos ver en las agendas transversales que hay en todos los partidos políticos: feminismo, igualdad de género, leyes anti tabaquistas, higienismo sanitario, neopuritanismo. Son una serie de cosas que trascienden a todos los partidos políticos. En definitiva, el argumento de una democracia de la ética de Kelsen cae por su propio peso.

Nicolás Morás: Al día de hoy la legislación sólo se puede justificar con la mentira de que los representantes del poder judicial se encargan de velar por las personas. Sólo por esa ilusión se puede legislar compulsivamente avasallando las libertades, y exterminando el derecho natural. Y quiero sumar otra contradicción flagrante en el principio de Kelsen, que es su clara evocación del principio de utilidad, típico del positivismo. Al preguntarse qué es más justo, si la libertad o la igualdad, lo justo es entendido como lo útil. Pero lo justo no es necesariamente lo útil. Si resultara útil para tu vecino tirar abajo tu casa y levantar un centro comunitario podría decirse que su acción es justo, pero la realidad es que no lo es, y la prueba de eso es que si le preguntas individualmente a cada uno de los que defienden la expropiación de los estados si están dispuestos a entregar ellos su propia casa para que construyan un centro comunitario te dirán que no. Nuevamente, se impone la superioridad lógica y fáctica del derecho natural sobre el principio de acuerdo democrático de las personas. Porque ante todo, cualquier individuo va a preservar su propiedad y el bienestar de su familia antes que las exigencias disparatadas de un tercero con violencia. Si las personas hacen un propio ejercicio de honestidad intelectual no tienen otra opción que aceptar el marco de los derechos naturales. Y si los aceptás, inválidas cualquier decisión del estado, que está realizada mediante el monopolio de la violencia. 

¿Cuál es la diferencia entre los derechos naturales y los supuestos derechos positivos, los derechos que la escuela jurídica positivista le asigna a la gente, por ejemplo, los famosos derechos humanos, o los típicos recursos retóricos de que la gente tiene derecho a la vivienda y al trabajo digno?

Flavio Gardella: Los derechos que nosotros defendemos como iusnaturalistas son los derechos a la vida, la libertad y la propiedad. Son esos derechos los que si se respetan quita a los otros el derecho de asesinarnos, violarnos o robarnos nuestra propiedad. Pero si yo ostento el derecho a la vivienda o a la educación, ¿de dónde voy a sacar los recursos para ejercer mi derecho? Expropiando y robándole a otro. Si tengo derecho a la educación, de alguna forma a alguien le tengo que sacar los recursos. Una forma de tener derechos es que haya muchos derechos. Cuando hay muchos derechos además de los únicos e inalienables, que son los naturales, ya nadie tiene derecho a nada. Y eso es lo que pasa con los derechos positivos a la vivienda, la educación, o la sexualidad, cosas que están en boga ahora.


Nicolás Morás: Veo dos reversos de la trama en los derechos positivos. El derecho a la educación no solo se está violentando el derecho de quien tiene que pagar las escuelas con sus impuestos. Hay algo peor, y es que fundamentalmente se está violentando el derecho de los prisioneros de las escuelas, que son los chicos, secuestrados desde los cinco hasta los dieciocho años para que se les inculquen los valores de la ideología dominante. En la escuela se les enseña a obedecer para que crean en la ridícula idea de que una bandera resume a su sociedad  y a su país, y que todas las reglas porque son reglas y están para cumplirse, y porque la única alternativa a la norma es el caos. La escuela sirva básicamente para adoctrinar a los chicos a vivir bajo el sometimiento estatismo, y eso lo venden como un derecho. no solo no les están educando. te están estupidizando, te están privando de que aprendas lo que realmente te va a ser útil en la vida.


Flavio Gardella: Es un derecho que te roba doce años de tu vida. Y los más importantes, que son los de formación.

Niclas Moras: Y hay otra cuestión. Cuando generás una sociedad donde el Estado, para darte a vos el goce de sus derechos, tiene que ponerle una pistola en la cabeza a otro y también a vos mismo, conseguís el surgimiento de odio y enfrentamiento social, materia prima en la cual se sustenta la prisión estatal. Porque la pequeña casta que nos dirige en realidad está hipotecada. El día que un tercio de la población piense como nosotros van a tener que buscar muy bien donde esconderse porque no les van a alcanzar todas las balas de la policía y del ejército para frenar el destino que se merecen. Pero en vez de rebelarnos, estamos todos enfrentados por esas ridículas leyes que fomentan que la gente se mate entre sí tratando de rascar un privilegio, y así somos completamente más dominables. Ya lo decía el gran Bastiat: “El Estado es la gran ficción en la que todo el mundo quiere vivir a expensas del prójimo”

Volvamos ahora al tema de los marcos institucionales. Los liberales son los ideólogos de la división de poderes en los siglos XVII y XVIII. Pero en el siglo XIX los mismos liberales son quienes entierran este concepto. Por eso sostengo que mucho menos podés ser liberal y estatista a la vez en el siglo XXI. Es una anacronía patética. La historia moderna siguió demostrando cómo el Estado, fiel a su naturaleza monopólica, jamás se autolimita. Los jueces transan con los políticos, y todos a su vez obedecen a los oligarcas que financian sus carreras, antes de ponerse a disposición del pueblo que al fin y al cabo es su cautivo, su rehén.

¿Cómo se justifica que después de escribir la famosa Constitución estadounidense, Jefferson haya violado todos los principios que él mismo redactó al llegar a la presidencia? O la Constitución Argentina de Alberdi, que siempre fue papel pintado. Todas las constituciones dicen recoger y sustentarse en los derechos naturales, pero su propia normativa no sólo los contradice, sino que el resto del cuerpo legal de cualquier país como el Código Civil o el Código Penal es una negación constante a los principios constitucionales. ¿Cómo defienden los constitucionalistas esta contradicción entre el trozo de papel que son como sus diez mandamientos y una realidad de Estado y legislación que los viola constantemente?

Flavio Gardella: Los constitucionalistas no justifican nada, simplemente callan. No le queda otra. El constitucionalismo parte de la base de que a través de la Constitución se establecen  principios elementales del derecho natural, lo que los constitucionalistas llaman los principios pétreos, es decir, grabados en piedra, que son principios que no se pueden vulnerar ni reformular vía una reforma constitucional. Esto contradice totalmente la dinámica del poder político, la cual va vaciando paulatinamente el contenido de los derechos en una avanzada que ninguna constitución o principio pétreo puede contener.

La dinámica del poder no es constitucionalista. Los jueces son subordinados al poder político. Son, en definitiva, asalariados que tienen miedo, haya gobiernos democráticos o dictatoriales. Hoy este fenómeno se hace más evidente por los repentinos cambios  en la administración política.

Nicolás Morás: Además un juez nunca tiene la última palabra. Es la Corte Suprema aquella que en cualquier país y en cualquier momento de la historia moderna responde al poder ejecutivo o a las necesidades de las corporaciones.

Flavio Gardella: Acá tuvimos un gran invento argentino que es la figura del Per Saltum, por la cual se puede quitar la jurisdicción a los tribunales inferiores para llevarla directamente a la Corte Suprema.

Nicolás Morás: Antes mencionaste que los jueces tienen miedo. Habría que agregar que fundamentalmente el miedo que tienen es perder su condición privilegiada. ¿Qué decían los teóricos de la división de poderes? que los jueces iban a limitar al parlamento: Sin embargo, el parlamento regalo al Poder Judicial la condición de nueva aristocracia. El ejemplo de Argentina es paradigmático, porque siendo funcionario del Poder Judicial no pagás nunca el impuesto a las ganancias y además jubilás cuando querés con el 100% de tu sueldo. Trabajan cinco horas diarias, tienen dos meses de vacaciones y salarios astronómicos que superan incluso a los funcionarios del poder ejecutivo. Esto reforzó el diagrama donde el juez es recompensado por someterse a la corriente política imperante aunque tenga que avasallar todos los derechos y garantías de los ciudadanos.


Estados Unidos también es paradigmático. Los yankees tienen la mayor cantidad de presos de la historia de la humanidad, numérica y proporcionalmente. Si lo medís en proporción a su población tiene casi diez veces más reclusos que China. Incluso tienen un concepto que es tan interesante cómo criminal, Plea Bargain, a través del cual la policía te puede extorsionar para que aceptes los cargos de los que te acusan bajo la amenaza de generarte una enorme cantidad de causas donde no tenés ninguna chance de ser absuelto por más inocencia que tengas. Esto lo denuncia la organización de Innocence Project, integrada entre otros John Grisham, famoso abogado y novelista best seller. Por ejemplo, la policía te acusa por una infracción de tránsito. Sea o no cierto, se supone que tienes derecho a  tu legítima defensa. Pero si no aceptás los cargos en ese mismo momento la policía declarará que los golpeaste, que hiciste una escena de resistencia a la autoridad, que intentaste huir. Entonces ya no te jugás una multa o diez meses de prisión, sino diez años, y no te queda otra opción que aceptar o ir directamente a una de esas superpobladas prisiones.

¿Sabés por qué ocurre esta trama de corrupción policial? Porque las corporaciones constructoras de cárceles -uno de los negocios más rentables de los Estados Unidos- que siempre están en manos de contratistas “privados”, como los Macri en Argentina, buscan a los alumnos más aventajados de las universidades de abogacía o de derecho y les ofrecen esponsorizar sus carreras, financiar su capacitación, e incluso colocarlos en el sistema laboral a cambio de que obedezcan las premisas de los constructores de cárceles. Entonces te recibís y ellos te dan a elegir. ¿Quieres ser sheriff o fiscal? Te van a pagar los postgrados, los cursos, los viajes, pero a cambio te piden que una vez arriba mandes a la cárcel la mayor cantidad de gente posible. ¿Querés ser juez, seguir la carrera de magistratura? Van a  mover todos sus contactos para que llegues al juzgado, pero a cambio tendrás que ser lo más severo posible cuando firmes tus sentencias. ¿Querés ser legislador?-  Vas a tener que sacar la mayor cantidad de leyes posibles que encarcelen a la gente. Si sos demócrata serán leyes feministas para meter presos a los varones heterosexuales o a quienes se nieguen a aceptar el decálogo LGTB. Si sos republicano será perseguir a los musulmanes terroristas y a los inmigrantes. Pero lo importante es que llenes las cárceles de gente. Con esta red de funcionarios y contratistas llegás a tener prácticamente dos millones de reclusos en toda la nación, cuatro millones en régimen de libertad condicional, y una sociedad que es la más policial y carcelaria no sólo de la actualidad, sino de los cinco mil años de historia escrita humana.

A modo de síntesis de todo lo que estuvimos conversando quisiera leerte cómo cierra Spooner su ensayo Ley natural: la ciencia de la justicia:

“Siendo así, ¿qué es la legislación? ¿Qué es la ley positiva? Es la toma por parte de un solo hombre o de un grupo de hombres de un poder absoluto, irresponsable, sobre todos los demás hombres a los que les sea posible someter. Es la conquista por un hombre o por un grupo de hombres del derecho a someter a todos los demás a su divina voluntad y capricho. Es la expropiación por un hombre o por un grupo de hombres del derecho de abolir de un solo golpe todos los derechos naturales. Es decir, los derechos auténticos, la libertad propia de la condición humana. Es la potestad de hacer a todo el resto de los hombres esclavos, de dictar arbitrariamente a todos los hombres lo que pueden o no pueden hacer, lo que pueden o no pueden tener, lo que pueden o no pueden ser. Es, en una palabra, la conquista del privilegio de desterrar de la tierra el principio de los derechos del hombre, el principio de la justicia, y de poner en su lugar la voluntad, el placer o el capricho del tirano o de todos los tiranos. Todo esto, nada menos, es inherente a la idea de que puede existir una legislación humana que obligue a aquellos a quienes es impuesta.

En resumen, toda legislación que atenta contra los derechos naturales es ilegítima. Y esto explica básicamente la vida y la obra de todos los grandes liberales, desde John Brown en su gesta por liberal a los esclavos del miserable estado norteamericano, hasta Francisco de Miranda y Mariano Moreno luchando contra el imperio español y, en el caso de Moreno, advirtiendo además sobre los riesgos de tranzar con el imperio británico. Esto explica también la vida de Richard Cobden, en su cruzada contra los privilegios que amasaban los productores agrícolas británicos y contra la sanguinaria historia de sus colonias. Y a Henry David Thoreau, negándose a pagar los impuestos que iban para financiar la esclavitud y la invasión genocida de los Estados Unidos a México en 1840 y la barbarie de la esclavitud. Y a Julian Assange, que luchó en este siglo contra los abusos criminales del imperialismo estadounidense de nuestros tiempos.

En suma, todo el accionar de los liberales consecuentes, que son al fin y al cabo las personas que más han hecho por el bienestar humano, puede explicarse en base a la premisa de los derechos naturales. A través del iusnaturalismo los grandes liberales adelantaron todos los problemas que hoy en día se convirtieron en los peores crímenes contra la humanidad. En 1874, Spooner escribe un texto maravilloso, Los vicios no son delitos, que es una reivindicación de la libertad moral en un contexto donde el partido prohibicionista que propone restringir el consumo de alcohol, y esto fue con el apoyo de las feministas de 1870, las cuales decían que sus maridos alcohólicos no las mantenían eficientemente. Spooner argumenta no sólo que toda actitud humana puede ser considerada un vicio, sino que el discernimiento entre lo que es virtuoso y perjudicial para la vida deben hacerlo las personas por sí mismas, y no hay absolutamente ningún fundamento que justifique que otro te ponga una pistola en la cabeza y diga: “en el nombre de tu propio bien no podés hacerte esto”. La prohibición de drogas -que es la principal causa de muertes y de encarcelamiento de inocentes en todo el planeta gracias al imperialismo liberticida de los Estados Unidos que lo impulsó con el extinguido imperialismo liberticida de la Unión Soviética- se deshace en dos minutos frente a los derechos naturales, los mismos que en una miserable farsa recogen las constituciones.

Mientras Alberdi escribía la Constitución Argentina de 1853 -que ya portaba una gran dosis de ingeniería social, diciendo que el Estado debe fomentar la inmigración europea- gente como Spooner, como liberales franceses Bastat y Molinari, o como Spencer en Inglaterra, extraordinario liberal clásico y padre de la sociología, ya decían que las teorías contractualitas y de división de poderes fracasaron. Herbert Spencer comienza su texto El hombre contra el Estado en 1884 hablando precisamente de los nuevos conservadores, los nuevos tories. ¿Quiénes son? Ni más ni menos que el partido liberal inglés. Spencer reprocha a los pseudo liberales de su tiempo que prometieron llegar al parlamento para defender a los individuos de los abusos del poder, y desde que los están ahí existen infinitamente más cantidad de leyes, impuestos y todo por el verso de la representatividad.

Flavio Gardella: Spencer tiene la habilidad de explicar en tiempo real cómo cambia el discurso y la dinámica de los que corrompieron el liberalismo. Antes la legislación del Estado era un abuso de poder contra la gente, y ahora que somos legisladores estamos a favor.

Nicolás Morás: Y lo hace poniendo el foco en el ya mencionado principio de utilidad. que es un arma de doble filo. La democracia estatista es útil para determinados grupos de interés, como el de los legisladores, los políticos y ciertos empresarios que no quieren competir y así dominan al planeta. Pero es inúltil para aquellos que son víctimas de un capitalismo monopólico y de las restricciones a su libertad y a su propiedad privada.

Creo que con lo que hemos hablado hasta aquí quedó demostrado que el Estado es una máquina criminal. Su mera existencia entra en conflicto con los derechos naturales y desde que se creó una institución política y jurídica bajo el pretexto de defenderlos hasta hoy solamente se ha avanzado la libertad humana Lo que era el impuesto del diezmo o los tributos del 5% en la Edad Media ahora son más del 50% de lo que la gente produce. Todo se va en impuestos directos e indirectos, llevando a un empobrecimiento generalizado y a una construcción artificial de la propiedad en manos de las élites políticas y corporativas. Porque este sistema global es una síntesis entre capitalismo y socialismo. Existe un capitalismo relativo donde los negocios de unos pocos están totalmente garantizados por la violencia estatal. Esa es la relativa libertad económica del 1% más rico, mientras queda un estado cuasi soviético para el 99% restante que nunca podrá desarrollarse y a lo más que puede aspirar es a tener un manguito más o un manguito menos en el bolsillo, pero que carece por completo de los derechos elementales que hacen a la dignidad humana.

Flavior Gardella: Es el eje del sistema actual. Tener una retórica de libre mercado del que efectivamente sólo goza un grupo reducido de la población, los que ya están en el redil. Entre ellos pueden competir entre sí, pero están protegidos de los que están más abajo y quieren intentar subir. Y se justifica que legalmente uno tiene libertad para crecer económicamente. Pero para montar una empresa hay que tener capital inicial, hacer los trámites legales, tener habilitación estatal, armar una infraestructura tan grande que en definitiva termina siendo viable para unos pocos.

Nicolás Morás: Los más grandes ricos del planeta que idolatran los pseudo liberales patéticos de televisión, hablamos de hombres como Warren Buffet, Bill Gates y George Soros, han salido a felicitar  al gobierno de Barack Obama cuando elevó los impuestos. Es más, es algo que reclaman constantemente. ¿Cómo se puede explicar que los grandes capitalistas quieran que le suban los impuestos? Porque precisamente, es mucho más fácil asociarse con el Estado. Y cuando no existe competencia porque ha sido exterminado por la innumerable cantidad de leyes y regulaciones, ellos pueden cargar el valor de los impuestos a los precios, la gente ya no es libre de elegir. Es esclava de cuatro o cinco oligopolios. Además capaz te crees que sos libre porque podés elegir entre diez marcas tecnológicas, pero yo creo que serás libre el día que puedas elegir entre diez marcas y haya una de ellas que no te vigile constantemente y entregue tu información al Gobierno de los Estados Unidos o de tu país. Este tema actual demuestra que no es utópico el anarquismo, sino el minarquismo. La estúpida idea del gobierno limitado ha sido refutada por la realidad. No hay un país del planeta donde bajen los impuestos y haya menos leyes que hace 10 años, que hace 50 años o que hace 100 años. La línea de crecimiento del Estado es imparable, irrefrenable. Entonces, quien postula que va a crearte un partidito para ir al Congreso a luchar por tu libertad es un hipócrita o un ignorante.

Flavio Gardella: Todo se sostiene en retórica. Siempre se trata de verdades formales que no coinciden con la realidad: el constitucionalismo, la división de poderes, el supuesto de la libertad de mercado en que vivimos. Todo pasa a ser retórica, y en el fondo ninguno de esos postulados se está cumpliendo.

Nicolás Morás: La realidad es que la única libertad que realmente existe en el mundo actual es el mercado negro, la informalidad, la evasión fiscal, y el hecho de que todavía puedas, con un margen relativo pero posible, colgarte de los servicios monopólicos, desobedecer las leyes injustas, mantenerte lejos de la mafia bancaria y fiscalizadora -porque cada movimiento que vos a haces con tu cuenta bancaria está registrado por el fisco de tu país automáticamente-. Cuando me dicen que el anarquismo es imposible en cierto modo es verdad. Es imposible que haya una sociedad sin estado cuando tenés el 99% de la riqueza y la violencia del planeta concentrada en la casta estatal y paraestatal, y están dispuestos a matar millones de personas con tal de que eso siga haciendo así. ¿Qué es lo que hay que hacer? Ante todo, hacerse cargo de los derechos y obligaciones que sabemos que son justos. Y eso me hace acordar a cuando me dijiste una vez “la gran ventajas el libertario, el liberal, el anarquista, es que no te pueden extorsionar ni moral ni emocionalmente”. ¿Podrías explicar mejor esa brillante idea?

Flavio Gardella: Siempre está presente es opinión que nos ataca y nos pregunta qué sentido tiene ser un liberal anarquista cuando el sistema está muy sólido y todo indica que va a seguir estando así. ¿Cuál es el sentido de ser un libertario y anti estatista si el régimen se impone sin fisuras? Creo que el sentido y el beneficio es que ya no te pueden extorsionar moralmente ni emocionalmente. Si a punta de pistola en 1982 me quisieron mandar una guerra para salvar un gobierno militar, por lo menos tuve la conciencia de que no estaba obligado a nada. Si te querés esconder del campo de campaña de una guerra te escondes, porque no estás obligado absolutamente a nada. No se te puede extorsionar. Pero si sentís que tenés un deber moral, y te expones a las balas por creer en tu obligación, obvio que estas con una desventaja con respecto a aquel que sabe que no está obligado. Si sos libertario o anarquista no te pueden extorsionar y vos sabes en el fondo que tenés derecho a la resistencia.

Nicolás Morás: Conocer tu derecho a la resistencia te permite ejercer ese derecho, y esa es una gran ventaja que todavía tenemos los países del tercer mundo. Porque los países que te venden como modelo los pseudo liberales son aquellos que te meten cámaras hasta en el baño, son aquellos donde no podés hacer nada fuera de la ley y donde está todo el mercado bancarizado. Puede ser que la gente tenga un poco más de poder adquisitivo, pero es infinitamente más esclava, porque no pueden resistir.

¿Y qué es hacer uso de la resistencia? Rechazar todas las leyes injustas. No denunciar a tu vecino por una planta de marihuana, ni por un alquiler clandestino, ni por un negocio que no está blanqueado. Tratar de acercarse en el medio de vida a los principios morales que no perjudican al otro, y si hay que perjudicar a alguien que sea a los delincuentes del Estado y a quienes utilizan al Estado contra las personas. Si vos ya sabés que no tenés ninguna otra obligación en la vida más que respetar la propiedad legítima, la vida, y la libertad de tu vecino, ya sabes todo aquello que estás moralmente inhabilitado a incumplir.

Sin embargo hay otro tema, y es que además de seguir estos preceptos en la vida está el dilema de cómo encarar un activismo liberal. A lo que siempre contesto: como Julian Assange Si yo no puedo abolir el estado, lo voy a boicotear, lo voy a ridiculizar, lo voy a combatir. Voy a promover que se incumplan las leyes injustas. Voy a promulgar la idea de que son los que son, una banda criminal de mafiosos, ladrones y asesinos. Y no puedo decir que más me gustaría hacer porque iría preso.

En la historia reciente, Paraguay evitó una reforma constitucional para que se perpetúe su tirano Horacio Cartes prendiendo fuego el Congreso con todas las ratas de la oposición compradas por el dinero de Cartes adentro, que huyeron por la ventana. Esa es la manera en la que se plantean los límites al poder. Y eso solo puede hacerse si el pueblo tiene conciencia de que la obligación de defender nuestros derechos nos corresponde a nosotros mismos.

¿Saben cuál es la gran diferencia entre el liberalismo y la tiranía, entre liberalismo y la oposición, entre el liberalismo y el socialismo, entre el liberalismo y el capitalismo corporativo, entre el liberalismo y el tradicionalismo berreta y todas las formas de oprimir al ser humano? Que el liberalismo acepta al hombre tal cual es. Nosotros sabemos que en la humanidad hay vicios. Nosotros sabemos que existe el egoísmo, Nosotros sabemos que siempre va haber malas relaciones, incluso que van a  existir delincuentes. Nosotros sabemos que es imposible el paraíso en la tierra. Sin embargo, aceptamos a los seres humanos como somos con el derecho a ser libres, a no perjudicar a nadie más, y por supuesto, aquel que perjudique a un tercero debería ser castigado. Ojalá llegue el día en que sea verdaderamente importante el debate de cómo llevar adelante la justicia en una sociedad sin Estado. Pero mientras eso no ocurre, por lo pronto sabemos qué es lo que no hay que hacer por defender la libertad. No hay, bajo ningún concepto, que creerse la farsa de que la ley es justicia. La legislación, en la medida que atente contra los derechos naturales, es un crimen, como bien lo definió Spooner. Nuestra obligación es valernos contra ella y defender al prójimo de sus excesos.