CONFERENCIA

DROGAS: UNA HISTORIA MILENARIA

Por Nicolás Morás y Martín Benegas

Nicolás Morás: Hoy vamos a tratar una de las cuestiones imprescindibles para entender el sistema en el que vivimos actualmente, donde la opresión se ha convertido en sinónimo de la experiencia cotidiana. Hoy vamos a tratar de ir al fondo de un tema que no solamente es político o moral, sino también intrínseco a la naturaleza humana. Hoy vamos a hablar de las drogas, de todas aquellas sustancias que inciden sobre el sistema nervioso central y apuntan a modificar o potenciar el rendimiento físico e intelectual de las personas.

Para abordar el tema vamos a comenzar recorriendo algunas historias sobre el uso milenario, ancestral, en absolutamente todas las civilizaciones humanas, de las sustancias psicoactivas. Contra lo que muchas personas creen, ya que han sido víctimas de la desinformación, el uso de las drogas no es un fenómeno reciente. Acompañan al hombre, cuanto menos, desde hace 5500 años, en el comienzo de la historia escrita, que ya guarda registro de ellas. Martin, ¿podrías ilustrarnos con algunos ejemplos sobre el uso de las drogas en la Antigüedad?

Martín Benegas: El hombre deja de ser parte de comunidades nómades y abandona la economía de cazadores recolectores cuando nace la agricultura. Con la experiencia adquirida durante miles de años, empieza a distinguir qué frutos son comestibles y qué frutos son venenosos. Así inicia el cultivo de vegetales, y entre ellos se descubre que existen ciertos vegetales con efectos psicoactivos. Hay infinidad de variedades de drogas de origen vegetal: las solanáceas, del tipo el estramonio o el floripondio, que son flores que tienen ciertos alcaloides que producen efectos alucinógenos; o plantas que son estimulantes, como el café, la yerba mate, la coca, el tabaco, la ephedra, de la cual deriva la efedrina.

Nicolás Morás: Planta de ephedra que por cierto utilizaban los atletas de las olimpiadas griegas como estimulante deportivo para mejorar su rendimiento físico y limitar su sensación de cansancio.

Martin Benegas: Obviamente. Desde que existe la agricultura, y salvo en algunas tribus árticas donde no había vegetación, existe en la cultura el uso de plantas psicoactivas para diversos fines. No solo para rituales religiosos, también para actividades profanas, para la diversión. Es algo absolutamente inherente a la naturaleza humana, el impulso a buscar nuevos horizontes y nuevas experiencias.

Nicolás Morás: El origen de las drogas está estrechamente relacionado con el origen de la civilización, de la historia escrita, de la propiedad privada, y de la familia tal como la conocemos hoy en día. Podría decirse que con la agricultura surge la humanidad, o al menos la idea de la humanidad conviviente que se da a sí misma una serie de normas y de instituciones naturales que rigen, con los derechos de las personas, para desarrollar las diversas necesidades que la especie necesita. Y, finalmente, es con la agricultura que surge el mercado y  las ciudades. Por eso resulta que de la civilización empieza a generalizarse el uso de las sustancias psicoactivas, que no solo modifican la percepción, como es el caso de las visionarias -lo cual ha servido en innumerables cantidad de esferas, desde la artística hasta la religiosa- sino que también estimulan distintas áreas del conocimiento y distintas virtudes necesarias para llevar adelante las tareas cotidianas: el rendimiento intelectual, la memoria, la concentración. Tenemos un enorme abanico de sustancias que iluminan los dones del hombre, y por supuesto,  y ante todo, que lo sanan y lo curan.

La palabra phármakon, del griego antiguo, traducido actualmente como fármaco o droga, tiene dos acepciones: una es remedio; la otra es veneno. La receta médica romano más antigua del cual haya quedado un registro establece que las drogas son elementos neutros fundamentales para la medicina que pueden sanar o matar. Es algo que también podría predicarse de las armas. No son ni buenas ni malas, dependen de quién las consume, de la naturaleza individual del organismo, y del conocimiento con que se emplean.

El Viejo Hipócrates, griego, es considerado el padre de la medicina. Antes de Hipócrates sólo existía la curandería, la magia. Pero Hipócrates es el primero en observar que hay una razón anatómica y química detrás de cada enfermedad y trastorno que puede perjudicar a las personas, y haría los primeros estudios rigurosos y científicos sobre la necesidad de utilizar químicos los problemas que tienen una raíz química. Entre las sustancias que él prescribía está el opio tebaico, o sea, el fruto de la adormidera, que es un paradigma entre los fármacos, porque una poca cantidad de opio curativo induce al sueño, al sueño liviano reparador, y en dosis grandes se vuelve un elemento eutanásico. E Hipócrates empieza a tratar los tumores de su época con opio, algo que no solamente era útil en la Grecia Antigua, sino que al día de hoy sigue siendo la sustancia natural más efectiva para detener la propagación del cáncer.

Más adelante aparece Galeno, el gran médico Romano. Galeno le recetaría al emperador Marco Aurelio, filósofo estoico y uno de los más logrados pensadores de su época, el uso diario de opio para llevar una vida saludable. Y efectivamente la tuvo. Consumía opio desde sus 24 años hasta los 58 cuando muere cobardemente asesinado por su hijo Comodo.

Martín Benegas: Es importante destacar que durante todas esas décadas Marco Aurelio consumió la misma dosis. Ese postulado de que la droga genera acostumbramiento y cada vez necesita consumir es falso, o al menos relativo. Depende de qué manera se tome, de cómo se tome, de con qué conciencia uno ceda a la droga.

Nicolás Morás: La relación de las drogas con los hombres, al igual que la relación con las armas o el dinero, está estrechamente vinculada al temperamento de cada individuo. Esto es algo que ya lo tenía claro Hipócrates, desde su teoría de los tumores, hasta Antonio Escohtado, Hoffman y todos los grandes estudiosos contemporáneos en los que basamos esta conferencia. Prueba de ello es que en la Edad Antigua, antes de la República Romana no existía absolutamente ninguna palabra, ninguna cita, ninguna referencia, a alguna forma de consumo conflictivo de hachís o de ergot, el hongo del cual deriva el ácido lisérgico, y mucho menos del opio. La única sustancia psicoactiva que reporta un uso problemático es el alcohol importado, a Europa en el siglo VI a.C. desde Asia, hasta el punto de que existen en torno a 15 o 20 formas de definir a un borracho, tanto en latín como en griego antiguo. Pero de todas maneras, siendo que el vino y los licores eran de consumo cotidiano para prácticamente la totalidad de la población mediterránea, sólo son una minoría los que presentan problemas, y en realidad, como sabemos en la experiencia de la actualidad, ya eran violentos antes de consumirlo. Son seres problemáticos que desarrollan un consumo problemático y eso los envalentona para agredir a otros. Hay un factor que por supuesto que muchos denostar o deliberadamente ignoran, y es que todas las religiones antiguas, incluso las abrahámicas, han contemplado el uso de sustancias psicoactivas en muchos de sus rituales. ¿Podrías poner algunos ejemplos?

Martín Benegas: Hay reportes de un montón de rituales antiguos de iniciación donde se bebían drogas psicoactivas que después, de una forma u otra, fueron copiados o recuperados por la tradición judeocristiana. El mismo concepto de Eucaristía tiene que ver con la comunión del soma de los antiguos indios, los hindúes arianos de quienes nace la cultura indoeuropea, del actual noroeste de la India. Yen Sumeria, la primera civilización de la Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates, ya se conocía la droga y se utilizaba su ampliamente sin ningún tipo de restricción como elementos de comunión religiosa.

Nicolás Morás: El origen del judeocristianismo viene de las religiones mistéricas, fundamentalmente las antiguas mitologías egipcias y babilónicas. Y hay que mencionar que el opio tebaico no hace referencia a la ciudad de Tebas griega, sino a la Tebas egipcia. El concepto de la comunión, de la fusión espiritual de los creyentes con el sentido de la trascendencia o la deidad, ha nacido precisamente a través del opio tebaico y de los licores alucinógenos que utilizaban ergot. Estas sustancias están perfectamente registradas tanto en Egipto como en Babilonia, y fueron heredadas tanto por los gnósticos cristianos, los primeros cristianos y los verdaderamente perseguidos que practicaban sus ritos en las catacumbas romanas. Ellos comulgaban con ostias lisérgicas, psicoactivas.

Martín Benegas: Exactamente, era harina mezclada con ergot, algo que también es una reminiscencia a los ritos griegos de iniciación. Hombres de la talla como Marco Aurelio, Aristóteles, Platón, Cicerón pasaron por esa experiencia de iluminación y de renacimiento espiritual. Y no se puede decir que Aristóteles o Platón eran tipos supersticiosos. Todas estas experiencias psicotrópicas son fundamentales en la historia humana. Son fundamentales en la historia del pensamiento, inclusive.

Nicolás Morás: A lo largo de estos 5000 años de historia de la civilización escrita, las mayores luminarias de nuestra especie las utilizaron. Para ir al siglo XIX, tenemos a Baudelaire, Nietzsche, Guy de Maupassant, Thomas de Quincey. También a Richard Francis Burton, el explorador victoriano, traductor y descubridor de Las Mil y Una Noches y el más grande políglota conocido de la historia, quien era consumidor diario de opio, hachís, y eso formó parte de sus estudios antropológicos sobre la docena de pueblos donde convivió pacíficamente, razón por la cual no fue muy querido por la clase dirigente  de la Inglaterra victoriana.

Martin Benegas – Ojo con el puritanismo victoriano, que era una pantalla moral por ciertos vicios que tenían en privado los hipócritas de esta casta política.

Nicolás Morás: Sin duda, pero sin embargo no perseguían las drogas. Arthur Connan Doyle, de quien todos sabemos muy bien que Sherlock Holmes fue su alter ego, también consumía opio diariamente. En suma, no fueron únicamente futbolistas polémicos o rockeros reventados quienes mejor ilustran el consumo de sustancias psicoactivas. El propio Aldous Huxley, que para quienes nos preocupamos precisamente por el devenir totalitarios de nuestras sociedad eres una gran fuente inspiración, y quien era un hombre con hábitos de vida muy conservadores, enviudó a los sesenta años y, estando casi ciego, fue uno de los primeros hombres en practicar la terapia psicoanalítica con el uso de LSD en Suiza.

El LSD es una sustancia que Albert Hofmann descubre en una investigación médica sumamente rigurosa donde buscaba un paliativo para las cesáreas y las cirugías obstétricas en general.  Luego, sería el propio Hoffman quien comenzaría a utilizarlo en su uso terapéutico. Pero no precisamente, como se usan ahora los psicofármacos, para reprimir la neurotransmisión o reducir la dopamina; es decir, para adormilar. Sino todo lo contrario, para buscar una desinhibición absoluta que multiplique las sinapsis neuronales, ayudando a las personas a tener una ventana hacia dentro. En el caso de Huxley, uego de tratarse con LSD viaja a norteamérica para probar la mezcalina, y así surge su gran obra: Las puertas de la percepción.

Sin embargo, no han sido sólo los grandes hombres los consumidores de drogas. Hablemos también del consumo de la población. ¿Podrías contarnos el origen de la heroína?

Martín Benegas: La heroína surge originalmente como un remedio para  tapar la tos convulsa, en el siglo XIX. Este era un mal bastante endémico en aquella época, y se llama así justamente por lo heroico del remedio para combatir semejante epidemia. Era de venta absolutamente libre, y un remedio reputado como bastante inocuo, mucho más inocuo que la morfina, de la cual deriva. Digamos que la heroína es un éter de la morfina, que a su vez es un éter del opio. La heroína sería la morfina sintetizada, y el trabajo que hace el hígado al sintetizar la morfina es lo que hacen los laboratorios para sintetizar la heroína. Sería un refinado sin efectos adversos.

Nicolás Morás: Y también es un antidiarreico muy poderoso, razón por la cual la heroína se comercializó sin receta médica desde el año 1895 hasta el año 1937 en todas las farmacias del mundo salvo en los Estados Unidos.

En Argentina están los registros de las publicidades de la heroína y de la aspirina incluso en la Revista Billiken. Ambas sustancias, formuladas por Bayern, fueron las sustancias farmacéuticas de venta libre más populares de la primera mitad del siglo XX. Hasta el año 1937, ¿sabías cuántas personas se reportaron como adictas a la heroína y cuántas personas cometen crímenes bajo los efectos de la heroína pura que se comercializaba en las farmacias? Cero. Y nadie lo puede desmentir. Esta estadística es contraria a lo que ocurría con el alcohol, e incluso con la cocaína. En el caso de la heroína, los casos de muerte por sobredosis y de crímenes cometidos bajo sus efectos son cero.

Martín Benegas: Y esto de la venta libre debería hacernos recordar que todas las casas griegas y romanas tenían trigo y opio. Eran bienes básicos. Inclusive los romanos penaban la especulación con el precio del opio porque lo consideraban un bien absolutamente fundamental para cualquier persona.

Nicolás Morás: Avicena, el tercer padre de la medicina, homo universalis, jurista, químico, y filósofo persa del siglo XI, dice que el opio es el regalo de Dios para que los hombres sabios prolonguen sus vidas. Quiero contar dos ejemplos que no son precisamente del siglo XI, sino del siglo XX, y que ilustran como el opio, por su efecto de reducción del metabolismo basal, es la sustancia más poderosa para combatir muchos tipos de cáncer.

Uno de ellos es Ivan Illich, el más grande filósofo del siglo XX a mi modo de ver,  y el mayor crítico de la escolarización y de la hospitalización, que llegó a ser obispo católico y fue separado de la iglesia precisamente por sus ideas subversivas. Ivan Illich fue diagnosticado de un tumor maligno en su rostro, y le anunciaron dos años de vida. Por supuesto le recetaron un estricto tratamiento de quimioterapia, los cuales son metales pesados e inician un proceso de envenenamiento para que el organismo, combatiendo el envenenamiento, liquide, reduzca o merme el tumor. Pero Illich, lejos de someterse a esa práctica que tiene una tasa de supervivencia no mayor a cinco años de vida, no vuelve a pisar nunca más un hospital y, atendiendo a sus principios de autonomía individual, decide tratarse con opio. En vez de vivir dos años, vivió dieciséis, falleciendo en el año 2002. Cuenta un periodista que fue a hacerle una entrevista a Illich a su casa que en un momento se lo nota muy acongojado por el dolor, y le dice “lo siento, dame un momento que debo aplicarme a mi medicina” El periodista le contesta “Illich, yo no soy de la DEA, sino no estaría aquí”. Entonces Ilich le dice “Bueno venga conmigo”. Pasan a un cuarto contiguo. Illich abre delicadamente un cajón de su neceser y saca un frasco con opio. El periodista, anonadado -por más que ya se lo barruntaba-, no atina a decir nada. Illich se arrodilla, junta las manos, y ruega: “gracias Señor por este opio que me permite seguir viviendo, seguir trabajando y seguir ayudando al prójimo”. Después ambos pasan a consumirlo.

Martín Benegas: No se puede dejar de ver la larga mano de las industria farmacéutica detrás de todas estas prohibiciones, haciendo que a pesar de existir la alternativa de una cura natural realmente efectiva como el opio se obligue a consumir el veneno de la quimioterapia.

Nicolás Morás: Prueba de eso es que cuando se agotan los recursos de las farmacias para alargar artificialmente la vida de las personas se terminan suministrando opiáceos. Pero es mucho más negocio pasar cinco años de quimioterapia que una larga vida con un opio que podés cultivar en tu casa.

Y ahora menciono el segundo caso, brevemente. Sé de buena fuente que nuestro querido Luis Alberto Spinetta en 1991 fue diagnosticado con cáncer de pulmón, pronosticando en el mejor de los casos tres años y medio de vida. Vivió 21 años más tratándose con opio por su cuenta.

Dicho esto, ahora que hemos dejado en claro que las sustancias psicoactivas actualmente prohibidas y restringidas han estado presentes libremente en la mayor parte de la historia humana, vamos a contestar la gran pregunta: ¿Cuándo, cómo y porqué se prohibió el consumo, la producción y el comercio de drogas? Esta historia va contra las conclusiones erróneas que derivan del adoctrinamiento sistemático que hoy vivimos. De manera sistemática y a gran escala ocurrió, tan solo, en tres ocasiones.

La primera data del año 186a.C., con el famoso decreto que prohíbe las bacanales, redactado por el Cónsul Espurio Postumio. Hagamos un poquito de historia. Las bacanales eran rituales iniciáticos secretos, como los tantos que has descrito, Martín, que tienen su origen en el culto griego dionisíaco, siendo importados a la República Romana en el siglo III a.C. Para el año 186a.C., estos rituales se habían vuelto tan populares que las sacerdotisas, que son las bacantes, las mujeres que comandaban el rito, tuvieron que aumentar la periodicidad de una vez por mes a tres veces por semana. ¿En qué consistían las bacanales? En que las sacerdotisas servían enormes banquetes a los participantes del rito donde por supuesto corría mucho vino psicoactivo, una clase de licor oficial que en la actualidad desconocemos, pero que contribuía a las alucinaciones; luego de beber se procedía a la orgía. Los griegos primero y los romanos luego, con el sexo, con la buena comida y con las psicoactividad, entendían que los espíritus maduraban sanamente. Y el que tuvo la idea de prohibirlas fue el Cónsul Postumio, una de las figuras más siniestras de la Roma republicana, quien junto con el senador Catón el Viejo impulsaron la exterminación criminal de Cartago.

En el caso de las bacanales, Postumio no toleraba que una ceremonia tan popular escape del control del Senado Romano, y entendía que el carácter liberal y tolerante que surgía luego de estos ritos era una amenaza para la estabilidad de una sociedad eminentemente militar, que no comerciaba – y eso lo tenía bien claro Catón el Viejo, razón por la cual quisieron destruir a Cartago, que era igualmente rica y opulenta y pero basaba su expansión en el comercio y no en el guerra- Por lo tanto el Cónsul Espurio Postumio procede a prohibir las bacanales.

Ahí surge el primer problema ante este tipo de medidas, que es de una actualidad brutal. Porque cómo diría Marx en una de sus pocas frases lúcidas, la historia se repite primero como tragedia y luego como una miserable farsa. El problema con las bancales -como con cualquier forma de consumo de drogas- fue que era un acto consentido, y por lo tanto, un delito sin víctimas. Entonces nadie denunciaba, porque nadie salía perjudicado. Ni las sacerdotisas que vivían de ello, ni los participantes que disfrutaban enormemente. Por eso, para instrumentar la primera prohibición de drogas de la historia humana hubo que acudir a la alcahuetería, que es la base del estatismo y de toda forma de opresión. Así fue que Postumio creó la figura de los “delatores anónimos remunerados”. Estos alcahuetes que se infiltraban en las fiestas y luego denunciaban a los participantes.

Pero ni siquiera con este recurso se pudo avanzar a la prohibición, por lo cual el Senado se vio obligado a extorsionar a las rameras. En Roma las prostitutas eran mujeres con privilegios. Estaban inscriptas en el censo, y eran mujeres poseedoras de todo derecho, dueñas de su propiedad, libres de comerciar, de  tomar alcohol y de participar de cualquier tipo de ritual. Ser prostituta les asignaba una primacía sobre cualquier otra mujer, y tenían, por supuesto, muchos más derechos que una mujer casada la cual dependía absolutamente de su marido, aunque la mujer casada dormía cómodamente mientras sus hombres iban a morir en la guerra. El único problema que tenían las prostitutas de Roma era justamente esto, que estaban inscriptas en el censo de prostitutas. Por eso a Postumio se le ocurre la brillante idea de convertir a las prostitutas y hacerlas pasar por sacerdotisas para organizar bacanales falsas, que en realidad eran redadas para aprisionar a sus participantes. Esto lo describe muy bien Tito Livio, el historiador romano más profuso, en su Ab urbe condita, la historia de Roma desde su fundación, escrita en siete u ocho volúmenes. Allí dedica ni más ni menos que doce capítulos para contar la frustrada prohibición de las bacanales. Y a través de su historiografía rigurosa demuestra como la prohibición de los ritos dionisíacos y báquicos marcó el fin de la República y el comienzo de la tiranía, porque la propia cometida contra las bacanales era tan contraria al derecho público penal romano como lo es ahora la prohibición de drogas a todas las constituciones de  cartón pintado.

Martín Benegas: El consumo de drogas es un delito sin víctima, sin testigos, sin denunciante. El solo hecho de consumir es un hecho consumado, y que sea un crimen por sí mismo es algo nunca visto en el derecho romano

Nicolás Morás: El hecho de inaugurar una cacería de ciudadanos donde el Estado invierte enormes cantidades de presupuesto y otorga  a los delatores la posibilidad de encarcelar a su vecino con una acusación, verídica o no, generó un clima que los llevó hacia la guerra civil, razón por la cual, luego de once mil juicios y siete mil ejecuciones, incluyendo senadores, hasta que un pretor dijo “debemos poner fin a este monstruoso proceso”. Habían saturado la capacidad carcelaria de Roma, habían saturado la capacidad de los juzgados y la propia estructura represiva del Estado, y no habían logrado terminar con las bacanales. Luego de ríos de sangre de inocente dieron marcha atrás, pero para ese entonces el germen totalitario ya anidaba en la élite política romana, y  Roma nunca volvió a ser lo mismo. Empieza la decadencia moral y social de una de las civilizaciones más avanzadas de la historia.

Luego de eso, por más que la Iglesia Romana  se institucionaliza y entra en su peor faceta, condena moralmente el uso de sustancias pero no las persigue. Tuvo que pasar un milenio de  libertad fáctica de drogas en todo el planeta hasta, en el año 1500, a la segunda prohibición. Pero no es una prohibición directa. Al igual que las bacanales, no apunta a prohibir la sustancia en sí, sino más bien las implicancias de su uso.

La segunda gran prohibición de las drogas luego de un milenio de libertad es ni más ni menos que la famosa caza de brujas.

¿Quiénes eran las brujas? Eran curanderas. Eran las parteras que siguiendo los principios de Hipócrates y Galeno suministraban opio a las embarazadas para que puedan tener un parto sin complicaciones. Las brujas y sus brebajes eran los dealers del presente para el limitado modo de ver la vida de los inquisidores. Solo en el Sacro Imperio Romano hubo 32.000 ejecuciones de brujas. Y esto es aproximadamente el 40% del total. Entre la Iglesia Católica y los puritanos protestantes se cargaron casi 100.000 mujeres. En el poema épico Roman de la Rose, tardomedieval, se llaga decir que incluso una de cada tres mujeres es brujas. Y ante el nuevo maremoto de sangre, la propia Iglesia, consciente de que iba a terminar en un exterminio absoluto de todos sus fieles, empieza a poner paños fríos y desacelerar los que fue uno de los mayores genocidios de la historia, que entre muchas de sus nefastas consecuencias conllevaba la prohibición de las sustancias psicoactivas.


Martín Benegas: A simples mujeres que eran parteras y estudiosas de las propiedades de las hierbas, y que hacían remedios caseros, se las acusaba de hechicería, se las mataba, se las torturaba. Además persistía un purismo sexual, porque ellas creaban instrumentos para masturbarse y afrodisíacos que salían del control de la moralidad que quería tener la Iglesia Católica, y fueron perseguidas férreamente.

Nicolás Morás: Y hay que decir que en la España musulmana, y en todos los califatos del medioevo islamico, el cual fue infinitamente más próspero que el medioevo europeo y donde nace precisamente la química moderna, uno de los principales productos del comercio eran las variedades del opio y del hachís. Y es así como las drogas seguían entrando a Europa a pesar del oscurantismo medieval. ¿Esa prosperidad se debió a que religiosamente eran mejores que los cristianos? Claro que no. Sino que se tomaban mucho menos en serio la sharia que la Europa siniestra, atrasada, perversa, reducida a feudos, aislada, empobrecida y embrutecida por los dictámenes de la élite eclesiástica. Que, por supuesto, yo nunca mezclo lo que es la religión organizada con la fe. Otra cuestión es la religión política.

También, en torno al 1500 se produce en América la matanza de los chamanes. Esa fue la rama americana de esa segunda prohibición de las drogas. El chamán azteca proveía el mezcal, el chamán incaico que proveía la ayahuasca, y básicamente todos ellos eran los sacerdotes de las culturas indígenas.

Martín Benegas: Generalmente las sociedades chamánicas son de grupos recolectores, y no de las grandes ciudades. El sacrificio del chamán, en vez de matar a un chivo expiatorio, es entrando en un trance para pelear contra los espíritus malignos del más allá. Estos sacerdotes eran a su vez hechiceros profundamente pacíficos respecto a otro tipo de casta sacerdotal. Y eso, obviamente, era un problema para los católicos con su verticalidad y su afán de poder político.

Nicolás Morás: Pero ante todo ellos se cargan chamanes aztecas e incas, que no eran precisamente recolectores, sino civilizaciones muy avanzadas y sumamente violentas, donde el factor chamániaco era básicamente lo que pacificaba o templaba las rispideces internas. Por eso la primera matanza del Imperio Español es contra los chamanes, porque ellos apuntan a lo que efectivamente lograron, a diezmar a estas sociedades haciendo que se enfrentarán también entre sí, algo que parece de una gran actualidad. Mucho peor aún fueron los colonos británicos del Mayflower, que a los indígenas no sólo los redujeron a la servidumbre, sino que directamente los aniquilaron en masa. Hay una diferencia social entre los anglosajones y los españoles. Social, no estatal. El imperio español era una basura criminal y para colmo ineficiente, además de que con su fracaso subsidió el crecimiento del imperio británico. Pero a nivel social humano, los católicos que vinieron para acá se mestizaron, y ahí surge el grueso de los latinoamericanos de hoy en día, mientras que los cristianos protestantes del Mayflower apostaron por la aniquilación total -no olvidar, sin embargo, que acá tuvimos Mita y Yanaconazgo, sistema de castas, y una serie de aberraciones brutales-.

Terminada esta etapa prohibicionista que también fracasó y terminó en un maremoto de sangre inocente por parte de los propios instigadores a la prohibición, tuvimos cuatros siglos más de libertad de drogas. Desde el siglo XVII, el Siglo de Oro Español, hasta que llegamos a 1889.

¿Qué pasó en 1889? Un país que sabemos muy bien que es la potencia más liberticida del planeta desde sus orígenes había invadido Filipinas. Después de haber invadido ya México, Canadá, Hawái, Cuba, los Estados Unidos invaden Filipinas. Someten la isla a un régimen aberrante de esclavitud y entre sus líderes aparece un Obispo, el Reverendo Bryan, quien lidera los reportes sobre el disciplinamiento social de los conquistados. Y Bryan, en 1889, eleva un informe a Washington donde dice que el opio fomenta no sólo las costumbres primitivas y ya disolutas, sino el temperamento rebelde de los filipinos. Dice esto porque los filipinos que consumen opio son más levantiscos, más creativos e ingeniosos incluso para escaparse y para boicotear la opresión, entonces sugiere encarecidamente prohibirlo. Ahí surge la Comisión Bryan, el primer organismo que promueve la regulación y prohibición de las sustancias psicoactivas en el mundo moderno.

Martín Benegas: Contrariamente a lo que se piensa en la actualidad de que los opiáceos te dejan quieto, tranquilo, en un estado de sopor, la historia de Filipinas demuestra que lo prohibieron porque, justamente, promueve la revolución.

Nicolás Morás: Y promueve la revolución porque el hombre que consumía opio sentía su condición de servidumbre, entre muchas cosas, porque le prohíben su sustancia. La Comisión Bryan es un fenómeno paralelo a algo que también comenzó en los mismos Estados Unidos, que es el Movimiento por la Templanza.

El Movimiento por la Templanza, o el Partido Prohibicionista,  tuvo su primer órgano oficial  en 1870. Vos me has ilustrado sobre algo totalmente revelador. ¿Quiénes colaboraron y contribuyeron al Movimiento de la Templanza, el cual durante 49 años luchó por la prohibición del alcohol?

Martín Benegas: Las feministas, cuyo motivo para estar a favor de la prohibición del alcohol era que los hombres no las atendían como debían. Se iban de la casa a buscar licor y diversión, y no las servían como “ellas se merecen”.

Nicolás Morás: Es decir, gastan su propia guita en chupar y no en ellas.

Martín Benegas: Ellas querían seguir siendo mantenidas. No querían librarse. Querían quedarse en su casa y que encima el tipo no pudiera irse a tomar unos tragos de vez en cuando.

Nicolás Morás: Ahí ya podemos ver cómo desde el primer feminismo hay un germen liberticida y totalitario que ha servido siempre a los fundamentalistas religiosos. La primera institución donde se fusionaron feminismo, socialismo y cristianismo puritano protestante es la Unión de Mujeres Cristianas por la Templanza, la rama femenina del movimiento prohibicionista. ¿Y cuándo logra avanzar más este movimiento? Cuando a  partir de 1890, misma época donde el gobierno estadounidense barre con los anarquistas, mayoría total en los movimientos revolucionarios insurgentes -anarquistas de la tradición bostoniana, liberales y defensores de la propiedad- . Los mayores beneficiarios de esta matanza son los sindicalistas socialistas. El marxismo entra a Estados Unidos cuando hay una caza sistemática de anarquistas, incluyendo la famosa revuelta de Haymarket que termina con el ahorcamiento de los mártires de Chicago, que no te digo que eran liberales, pero sí anarquistas mutualistas, y no comunistas. Desde que la izquierda se queda con los sindicatos y con los movimientos populares comienza a haber cada vez más voces de una izquierda liberticida y enemiga eterna y ancestral de la libertad del individuo. Entre ellos, los que dicen que el alcohol y el opio son sustancias que destruyen la moral de las clases trabajadoras, y por tanto apoyan a los fundamentalistas religiosos y a las feministas del movimiento.

¿Y quién fue el primer jurista, el primer autor de la historia que le dedicó una reivindicación filosófica, moral y jurídica a la libertad de las drogas? Lysandre Spooner. Nuestro querido maestro Lysandre Spooner. En 1874 todavía imperaba la libertad de drogas y el alcohol, pero asustado por el surgimiento de estos grupos prohibicionistas, liberticidas y criminales, escribe ese manifiesto que se llama “Los vicios no son delitos: una reivindicación de la libertad moral”. En el texto desarrolla con una lógica implacable e irrefutable porque lo que para un hombre es vicio para el otro no lo es, y cómo la persecución legal, coercitiva, violenta y estatal -que son todos sinónimos- de los vicios a lo uncio que conducirá es a la anulación de la libertad humana y la responsabilidad individual en las acciones. En la medida que trates a alguien como un adicto que no es dueño de su cuerpo lo estás absolviendo de su responsabilidad. Pero fundamentalmente, estás privando a la humanidad en su conjunto de experimentar.

¿Qué es vicio y qué no? ¿Dónde poner el límite? Si yo fuera un prohibicionista y te digo que para mí si sos un hombre futbolero te estás evadiendo de la realidad, gastando plata en mirar partidos de Boca en vez de ir a hacer algo útil ¿dónde va a estar el límite para frenarme? En ningún lado. Por eso, a partir de la prohibición de las drogas sólo surge una nueva espiral de despotismo que atenta contra toda forma de libertad y contra toda elección de las personas. Por más que estas cruzadas destinadas al fracaso se libran en nombre del bienestar humano lo único que dejan es un océano de sangre inocente, un tendal de incidentes precisos y el surgimiento de las mafias, que lucran clandestinamente con lo prohibido.

Martín Benegas: Esa es la principal consecuencia. Cuando uno prohíbe una actividad natural en la vida de la gente, quien se haga cargo de esa actividad será evidentemente alguien a quien no le interesa ni le molestara la ley, ni ir preso, ni matar a alguien. Tendrá menos límites morales para ejercer su actividad. Así lo prohibido cae en manos de las mafias, que además están íntimamente relacionadas con el poder y el negocio del mercado negro.

Prohibir lo que a uno le parece mal y promover lo que uno le parece bien con la fuerza del Estado es una violación al más básico derecho natural para la convivencia, la libertad del hombre.

Nicolás Morás: Fue así como las feministas, los puritanos extremistas religiosos y los sindicalistas marxistas de los Estados Unidos, junto con el inestimable aporte del imperialismo genocida del Obispo Bryan y su comisión, lograron finalmente su cometido. En 1914 se sanciona la Ley Harrison, prevista como un instrumento de regulación fiscal del opio y de la cocaína, nada más, pero que termina convirtiéndose en un instrumento de prohibición. Y para 1917 se aprueba la trágica enmienda número 18 de la Constitución de los Estados Unidos, la famosa Ley Seca, entrada en vigencia en 1919, siendo el origen, como bien sabrá cualquiera que haya mirado cine clásico, de Al Capone, de Lucky Luciano, de todas las mafias del alcohol.

Martí Benegas: Fue la red mafiosa más grande de la historia de Estados Unidos, una mafia que no solo se dedicó al control del alcohol sino también al juego y la prostitución, todas actividades pacíficas que fueron prohibidas por estos puritanos. Esto tuvo además una influencia capital en toda la política norteamericana. En las décadas del 50 y 60, los jueces, los fiscales y todo el sistema judicial estaban íntimamente ligados y comprados por la mafia.

Nicolás Morás: Es muy interesante para estudiar esa lógica. Cuando retirás cualquier producto de su ámbito natural, que es el mercado, y cercenas la elección de libre voluntad de las personas que quieren consumirlo o no, inmediatamente generás el circuito criminal a través del cual esto pasa a controlarlo quien es más violento y quien tiene mayores conexiones con el Estado. Por eso jamás las prohibiciones disminuyen o mitigan la producción, el consumo y las ventas de estupefacientes, sino que la maximizan, porque al restringir artificialmente la oferta los precios suben y esto hace que el mercado de la prohibición sea infinitamente más rentable que el mercado libre para los monopolios mafiosos que lucran con ello. Apareciendo además el factor nocivo para la salud, que es la adulteración. Con la Ley Seca se empieza a vender licor adulterado. ¿Podrías explicar cómo ocurría esto?

Martín Benegas: Mezclaban la producción con alcohol etílico, un adulterante que en baja proporción apenas deja una resaca potente, pero en alta proporción es directamente letal o te puede dejar ciego, o te mataban o te dejaba loco para todo el viaje. Y esto se produce porque era tan buen negocio vender alcohol que los destiladores no siempre tenían los conocimientos necesarios, por lo que había un montón de partidas de licores adulterados. La gente se moría de cirrosis fulminantes, quedaba ciega, quedaba loca, o con problemas neurológicos permanentes, todo gracias a la prohibición.

Nicolás Morás: La Ley Seca fracasa miserablemente, pero sin embargo, para 1937, alguien que fue crucial en la implementación de la prohibición del alcohol se convierte en director de la Oficina Federal de Narcóticos del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, Harry Anslinger, ocupando el puesto ininterrumpidamente durante las administraciones de Wilson, de Roosevelt, de Truman, de Eisenhower, y finalmente de Kennedy. Anslinger es quien luego del fracaso de la Ley Seca, para justificar la costosa burocracia que había ocasionado, se le ocurre avanzar contra el cannabis.

Y lo hace no sólo impulsando su prohibición, sino además implementando un sistema de propaganda muy parecido al que en ese momento Goebels llevaba adelante en la Alemania Nazi, asociando el consumo de cannabis a la ignorancia, la desidia y la suciedad de los inmigrantes mexicanos que lo habían introducido en los Estados Unidos. La cruzada prohibicionista se basaba en lo más repugnante que existe en la sociedad estadounidense, el racismo feroz, para poder fomentar la alcahuetería y la denuncia a los consumidores.

Es muy interesante como la prohibición no solo acarrea un aumento brutal de la violencia, de los encarcelados, de las políticas represivas, de la policía, sino que ocasionó, ni más ni menos, que la creación del Impuesto a las Ganancias. Desde que los alucinados psicópatas prohibieron el alcohol lograron su cometido, el gobierno criminal yankee se quedó sin su principal fuente de ingresos. Es decir, gracias a los hijos de puta prohibicionistas tenemos hoy en todo el planeta el impuesto a la renta, que es junto a los impuestos directos al consumo la principal herramienta de ultraje, robo y asalto criminal que padecemos la mayoría de los contribuyentes del mundo. Algo que por supuesto, lejos de modificarse, se profundizó después del fracaso de la Ley Seca.

Mientras los dementes de los yankees implementan esta cruzada prohibicionista, el resto del mundo sigue con su legislación con total normalidad. Pero como no podía ser de otra forma, todo cambia después de la Segunda Guerra Mundial, que termina con la victoria de un Triunvirato genocida, porque ganan el Imperio Británico, aliado con el imperio estadounidense, aliado con la Unión Soviética estalinista. Cada uno de esos gobiernos por sí solo perpetró los mismos crímenes que Hitler pero durante mucho más tiempo y con muchísima más víctimas, y los siguen cometiendo hasta la actualidad. A partir de este triunfo estadounidense que deriva en los acuerdos de Bretton Hoods, en la creación del FMI y del BID, en la obligatoriedad el dólar como moneda de comercio mundial, en 1961 aparece en la ONU la primera convención sobre sustancias psicoactivas e inaugura en este gobierno mundial que cada día es más poderoso y nocivo para la libertad, una primera política represiva y prohibicionista de escala planetaria. Por lo menos esa Convención lo deja en ciernes. Y su principal orador fue, ni más ni menos, que Harry Anslinger. Un  hombre que murió en una mansión de 85 habitaciones, que tuvo una próspera vida como funcionario público durante cuarenta años, provocando el encarcelamiento de inocentes, alimentando las mafias y asesinado a personas con sus consecuencias en todas partes del mundo. Él es a quien le debemos la prohibición de las drogas mundial que surgirá diez años más tarde. Porque en 1971, una de las tantas medidas que los yankees impulsaron para contrarrestar su miserable y patética derrota en Vietnam, fue internacionalizar la guerra contra las drogas.

Martín Benegas: Hay que decir que en el contexto de Vietnam hubo un resurgimiento, entre los jóvenes hippies pacifistas, del cannabis y el LSD como una forma de protesta contra el status quo, con aras de volver a sociedades más pacíficas, re recuperar la vida en  la naturaleza y otras formas de sexualidad. Esto molestó mucho al status quo norteamericano, militarista, que necesitaba tipos que fueran a Vietnam y no hombres que estuvieran teniendo sexo como conejos entre ellos.

Nicolás Morás: ¿Y quiénes eran los principales enemigos en esto de captar a las juventudes occidentales de los hippies? Los comunistas. Por eso, cuando los yankees estaban con la escupidera por la derrota en Vietnam y van a la ONU para plantear la “guerra contra las drogas” los rusos dicen que sí, sin dudarlo. La generación contracultural de los 60 donde estaban los hippies, el movimiento gay antes de convertirse en la basura de LGTB, los panteras negras que luchaban contra el sometimiento del cual todavía hoy son víctimas los afroamericanos, y los liberales de verdad, los liberales como Karl Hesse, se unieron todos contra Vietnam, paralizaron el país y generaron una crisis interna que se sumaba al fracaso bélico en el frente.

Ante la preocupación creciente por los movimientos contraculturales -donde por supuesto las feministas no estaban porque decían que Vietnam era una guerra de hombres-, en 1971 la nueva convención internacional derivó en la guerra mundial contra las drogas. Y es así como al día de hoy pasamos de un solo país liberticida a 180 países prohibicionista. Es la DEA, la agencia que surge de esa renovación, la que arbitra los ministerios de Defensa y Seguridad de prácticamente todos los países que están bajo la órbita de los Estados Unidos, que en ese entonces eran la mitad del planeta y ahora son casi la totalidad. 

Desde 1971 hasta ahora, ¿qué consiguió la prohibición? Se ha cuadruplicado la población carcelaria mundial. Se ha avanzado en todos los términos sobre la libertad humana como nunca antes en la historia. Tenemos infinitas cantidades de leyes que no existían, de prohibiciones de todo tipo que surgieron derivadas directa e indirectamente de la prohibición de drogas, y un avance absoluto de los gobiernos sobre nuestras vidas.

Hablemos de algunas cifras. Filipinas, donde el Obispo Bryan comenzó sus berrinches y pataletas contra el opio 1889, suma treinta mil ejecuciones extrajudiciales de sospechosos de comerciar drogas por parte de la policía en los últimos tres años.

Martín Benegas: Y de la mano del tirano y sangriento Rodrigo Duterte, un genocida que es el ídolo de ciertos pseudo liberales actuales. Una mención interesante de hacer, porque muchos falsos ídolos del pseudo liberalismo son los peores genocidas de la historia, y están en actividad en este momento.

Nicolás Morás: En Argentina tenemos a la peor basura pseudoliberal de este momento, José Luis Espert, cuya promesa de campaña presidencial fue crear la DEA argentina para endurecer la prohibición. Espert es paradójicamente financiado por Fred Machado un empresario aeronáutico involucrado en el mayor caso de narcotráfico de la historia argentina, un narcoavión de 900 kilos de cocaína trasladados a España, que además de narco es kirchnerista. Ese es el financista del pseudo liberal mediocre que nos venden.

Pero sigamos con otras cifras. En México, desde el 2006 hasta el presente han muerto 300.000 personas en la guerra contra las drogas. 300.000 mil personas, de las cuales se estima que el 85% no participaba de ningún conflicto armado.

Martin Benegas: Son guerras que tienen cooptadas a las policías estatales y nacionales, al ejército, a la marina, y hay inocentes que por estar en el lugar equivocado murieron acribillados, y todo por culpa de la prohibición. Todo es hijo de las regulaciones.

La población carcelaria actual por drogas es la misma proporción que durante las Inquisiciones tenían los heréticos, y que luego, por el despotismo europeo, tenían los disidentes políticos. Los presos por causa de drogas son los nuevos disidentes políticos, son los nuevos herejes de esta sociedad moderna


Nicolás Morás: Son objetivamente presos políticos. Son personas que no cometieron ningún delito, que no vulneran a nadie, porque ni la producción, ni el consumo, ni la venta de drogas, es una acción que violente a terceros. Es un delito sin víctima, es decir un pseudo delito.

En Argentina, 7 de cada 10 presos por drogas son consumidores, perejiles morochos que agarraron con 16 gramos de marihuana, porque 15 es consumo y 16 es narcotráfico. Y además tenés que ser morocho, porque el racismo siempre está ligado a la cruzada prohibicionista.

Martin Benegas: Todo el mundo sabe que a los hijos de los empresarios o a los hijos de los políticos no les pasa nada. Hay clasismo, hay racismo, y una selección de delincuentes que salen de la cárcel convertidos en verdaderos delincuentes. Dentro de la cárcel quedan a merced de los grandes líderes narcos, mientras estos niños ricos tienen derecho a vivir su vida normalmente, es decir, como corresponde a todos.

Nicolás Morás: Siguiendo con Argentina, desde el año 2006 hasta el 2017 se ha triplicado la cantidad de detenidos. Pasamos de 4000 a 12200 en el año 2017. Pero la cosa empeoró en el año 2018, gracias a la montonera reciclada que ocupó el Ministerio de Seguridad, Patricia Bullrich. Sólo en el año 2018, se detuvo a 31820 personas por causas de drogas. En los cuatro años de gestión macrista se incrementó un 2000% la cantidad de personas detenidas por venta, consumo y producción de estupefacientes, y por esa razón Patricia Bullrich no sólo ha sido felicitada por la DEA en numerosas ocasiones, sino despedida con honores por el embajador estadounidense. La misma persona que intentó vigilarnos masivamente y sin orden judicial a través del Sistema Pegasus, un proyecto que humildemente contribuí a frustrar como periodista, la misma persona que con la excusa feminista quiere crear un registro nacional de ADN para todos los ciudadanos varones de Argentina, esa misma basura humana, sionista, empleada de fundación Neumman, paradigma del pseudoliebralismo, y comunista terrorista en su juventud.

Y para finalizar, hay que advertir sobre un gran peligro de una nueva cruzada antidroga, doblemente hipócrita, venida con el progresismo y el gobierno global de la ONU, que busca avanzar en el modelo implementado por Uruguay, auspiciado directamente por George Soros. Es el modelo de la estatización de la droga. Aquellas drogas que hasta ahora pertenecían al ámbito de la clandestinidad pasan a  un riguroso control del estado a gran escala. En Uruguay, el modelo consiste en crear un registro estatal de consumidores. Si vos queres consumir no sólo tenés que inscribirte después de una serie de tediosos exámenes psicofísicos, sino que quedas dentro de la lista a perpetuidad, aunque dejes de consumir. Y si te excedes en las dosis permitidas no te lo avisan, te mandan directamente al psiquiatra a tu casa. Es un modelo que sustituye al policía por el psiquiatra y a la cárcel por el manicomio, que puede ser peor incluso. Si hablamos de libre mercado, solo hay once empresas de farmacia habilitadas para comercializar cannabis de uso recreativo. Y en caso que quieras autocultivar no podés comprar nunca más en las farmacias. Tenés que inscribirte al club de consumidores, y vas a recibir la visita de los inspectores de tu municipio para controlar tus plantitas de marihuana.

¿Cuál es el resultado de esta política? El precio de la marihuana subió, y el propio gobierno uruguayo admite que tiene la misma droga incautada y la misma cantidad de detenciones que tenía antes de la legalización. En suma, ¿Ha contribuido a la libertad? En absoluto. Por el contrario, se ha convertido en un gran negocio y en un nuevo estandarte de la hipocresía del estado niñera de los progresistas, que ahora te dicen que van a legalizar las drogas para cuidarte.

Lo único por lo que debemos luchar los liberales, tanto los que conocimos como los que no, es por la liberalización plena de venta, consumo y producción de las drogas.

Nunca olvidaré cuando publiqué mi primer artículo sobre el tema. Era un joven adolecente abstemio, que no había fumado ni un faso ni probado una gota de vino. El artículo “Degustando la prohibición”, donde expongo muchos de estos argumentos en el portal Orden Voluntario, era inmediatamente sucedido por tu brillante crítica libertaria a la marcha por la legalización de la marihuana, donde antes de que surja este devenir autoritario de Uruguay que nos venden como un modelo liberador dirigías el peligro de hacer lobby solamente por una sustancia, una tentación egoísta e injusta de quienes solo les importa su plantita, y son casi tan nocivos como los delatores anónimos remunerados.

Martín Benegas: Con el argumento utilitario de que supuestamente hace bien la marihuana, lo cual es irrelevante para mí, hay que permitirle, mientras que la cocaína y otras drogas, que hacen mal, hay que prohibirlas. Ese no es un argumento válido. El argumento es que uno tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera. Y si es por esa progresía marihuanera moderna sigamos arruinando vidas, arruinando gente y marcándole socialmente para toda la vida.

Nicolás Morás: Todo esto no podría suceder si no fuera, por supuesto, con la insidiosa colaboración de los medios desinformativos, que tanto desde el pseudo periodismo como desde el entretenimiento berreta crearon la imagen de los pobres adictos que necesitan que otros se hagan cargo de ellos.

Quisiera cerrar comentando una historia. El famoso libro Yonqui, el primer texto donde se retrata a los adictos a la heroína como personas sin control de sí mismas, fue escrito por William Burrows, empresario industrial cuyo abuelo fue el inventor de su calculadora. Burrows tenía un temperamento bastante inquieto. Era maltratador de empleados, de su mujer, de sus amigos. Era un sujeto sumamente egoísta. Era un jugador que había liquidado buena parte de su herencia. En 1951 publicó un relato autobiográfico sobre su conflictiva relación con la heroína. El principal problema es que el señor Burrows no admite que su relación conflictiva es con el mundo, no con la heroína. El tío de Burrows fue la primera persona que se suicidó cuando en 1937 se comenzó a regular la venta de morfina. Había sido un consumidor de toda la vida para tratar sus dolores crónicos, al no encontrar absolutamente ningún sustituto para paliar los síntomas. Y el amable sobrino Burrows empieza a perseguir por las calles a la heroína, dispuesto a matar o morir por ese cometido. Por su propia condición de mercenario, es a través de estos libritos y de los derechos de sus obras que consigue que la policía no lo encarcele en sus locuras. Burrows contribuye precisamente a la cruzada prohibicionista y crea un estereotipo que han repetido innumerables películas desde entonces que es antagónico a la realidad. No sólo grandes mentes de la historia usaron sustancias psicoactivas, sino muchísimas personas que ves caminando en la calle y lo último que pensarías es que las vas encontrar tiradas, inyectándose en un colchón nauseabundo.

Martín Benegas: Se toma como generalización los casos particulares de algunas personas que por su mismo background anímico o psicológico tienden a caer en conductas maníacas, violentas o cercanas a la locura. Pero en realidad, eso es un ínfimo porcentaje de lo que experimenta la mayoría de los consumidores, que son gente pacífica, gente que hace su vida y que así como te fumas un cigarrillo o un porro de vez en cuando, quiere tomar un saque de cocaína o inyectarse heroína y no va a tener ningún problema en su vida cotidiana, ni se va a alterar su conciencia hasta la perdición, una idea bastante emparentada con la perversión religiosa.

Nicolás Morás: Estamos en un punto donde las Iglesias están siendo sustituidas por los hospitales, sus centros de rehabilitación, sus pediatras, etc.

Martín Benegas: Para finalizar, hay que mencionar no solo en la Antigüedad, sino en los movimientos artísticos actuales grandes obras nacieron con influencia de los psicoactivos. A los jazzistas les gustaba tomar hachís y muchas de sus creaciones son directamente improvisaciones en ese estado.

Nicolás Morás: ¡Mirá, me recordaste un dato extraordinario! El mismo Anslinger de quien hablamos fue quien purgó al jazz, a Thelonious Monk y a todos los jazzistas negros, porque no podía tolerar en su miserable vida mediocre de perseguidor de la vida ajena que unos negros que tocaban mucho mejor que cualquier cosa que él intentara hacer en su vida mejoraran su talento porque fumaban marihuana.

Martín Benegas: Para dar una idea de la influencia de las drogas en la cultura popular, sin LSD no tendríamos Beatles, no tendríamos Pink Floyd, no tendríamos las grandes luminarias de la música progresiva. Sin metanfetamina no tendríamos el metal. Cuando uno escucha que se exacerba lo negativo o lo insidioso de las drogas, mucha de esa gente tal vez tiene un disco de Pink Floyd en su casa. Es una contradicción bastante importante

Así como tenemos derecho a buscar nuestros horizontes como seres humanos en todos los sentidos, tanto laboral como amorosamente, también tenemos derecho a explorar nuestra psiquis libremente, el derecho de  pasar fronteras que normalmente uno no puede pasar y bajo la ayuda de ciertos fármacos puede alcanzar como nuevas formas de percepción y de creatividad. La humanidad le debe a esas sustancias que exacerban la creatividad grandes obras artísticas, filosóficas y morales. Nicolás Morás: Y cerrar parafraseando a una persona muy cercana en mi vida: quien defiende la prohibición de las drogas, o es un redomado ignorante, o es un reverendo hijo de puta. Y si luego de esta charla seguís defendiendo la prohibición, definitivamente sos lo segundo. ¡Que viva la libertad!